Vencedora clara en los últimos comicios autonómicos y municipales, la federación nacionalista liderada ahora por el actual president de la Generalitat, Artur Mas, se encuentra muy cómoda pactando con el PP a nivel local, esto es en gran número de ayuntamientos e incluso en la Diputación de Barcelona, mientras aparenta rasgarse las vestiduras frente a las reiteradas embestidas que el mismo PP lanza contra el sistema de la inmersión lingüística escolar, considerado la piedra angular que ha permitido que en Cataluña no se produjera una división entre dos comunidades, con todo cuanto ello representaría de pérdida de la imprescindible cohesión y unidad civil de la sociedad catalana.

A la recíproca, el PP, que en las pasadas elecciones autonómicas y municipales obtuvo muy buenos resultados y se afianzó como tercer partido catalán, también se encuentra muy cómodo con este doble juego que tiene planteado con CiU. Un doble juego que ha permitido al PP acceder por vez primera a las alcaldías de municipios importantes del entorno metropolitano de Barcelona –en Badalona, mediante la abstención de CiU, mientras que en Castelldefels ambas formaciones han pactado un equipo de gobierno conjunto- y también al núcleo de poder de la poderosa Diputación de Barcelona, y todo ello mientras agita de nuevo el espantajo de un cierto lerrouxismo, una vez más con la instrumentalización política y partidista de la reiteradamente denunciada y nunca demostrada discriminación padecida en Cataluña por los escolares castellanohablantes.

La retroalimentación política que se produce entre CiU y PP, dos formaciones de derechas que tienen muchos puntos de coincidencia ideológica y que por consiguiente tienen muchas posibilidades de entendimiento, se produce en unos momentos de especial gravedad social y da a CiU la suficiente munición política para desviar la atención de la ciudadanía sobre los cada vez más graves recortes que se dan en campos tan básicos en materia de servicios sociales como son los de la sanidad y la educación.

Ahí está el ejemplo de la movilización ciudadana en defensa del sistema de la inmersión lingüística en los centros escolares públicos de Cataluña. Una movilización que cuenta con el apoyo firme e inequívoco de casi todas las formaciones políticas catalanas -tanto del PSC como de ICV-EUiA, ERC y SI, con las únicas excepciones del PP y C’s-, y que sin duda alguna cuenta asimismo con un muy amplio apoyo social. Esta importante movilización ciudadana, que por sí sola es ya una demostración muy clara de la bondad del sistema de la inmersión lingüística escolar, por ahora tiene como efecto secundario ocultar la gravedad de los grandes recortes que se están produciendo también en el sistema escolar público de Cataluña. Unos recortes muy importantes, tanto porque el gran incremento del número de alumnos en este sistema se ha producido sin que aumentara el número de docentes como porque se ha reducido en una hora diaria el horario escolar.

Gracias a la impugnación del sistema de la inmersión lingüística escolar promovida desde el PP y C’s, CiU está consiguiendo desviar la atención y la preocupación que amplios sectores de la sociedad catalana manifiestan ante los graves recortes que el Gobierno de la Generalitat está imponiendo tanto en materia de educación como en sanidad, así como ante los importantes recortes en todo tipo de políticas sociales que el mismo gobierno nacionalista está aplicando con el beneplácito parlamentario del PP. La retroalimentación política entre CiU y PP no sólo beneficia a la federación nacionalista sino también al PP, que con su renovado discurso vidalquadrista liderado ahora por Alicia Sánchez Camacho y Xavier García Albiol excita la demagogia populista, que en tiempos de crisis siempre da muy buenos resultados.

Frente a todo ello, el PSC se encuentra desconcertado, sin acabar de encontrar la necesaria modulación de un discurso político propio, que debería permitirle defender con firmeza un sistema de inmersión lingüística escolar que tuvo en el mismo PSC uno de sus impulsores principales más de un cuarto de siglo atrás, pero sin que ello sea excusa para criticar y denunciar los graves recortes que el Gobierno de CiU, con el apoyo parlamentario del PP, está imponiendo en los servicios sociales básicos.

Jordi García-Soler es periodista y analista político