Román Perpiñá fue el maestro de muchos economistas españoles conocidos: Enrique Fuentes, Ramón Tamames, Juan Velarde. Este fundador del primer servicio de estudios económicos de España llamó la atención desde su temprana obra sobre la escasa competitividad del carbón español y la necesidad de un plan de ajuste para la minería.

Los sucesivos gobiernos no supieron hacer dicho plan, víctimas a veces de la subida del precio del carbón (crisis de los setenta) que relajaba la reconversión necesaria, evitando el traumatismo de enviar a trabajadores a los que tanto debíamos al más puro y duro desempleo.

No podíamos esperar la llegada de un gobierno de neandertal que retirara súbitamente las ayudas, poniendo en peligro el futuro de ocho mil familias. Puede ser que no esperáramos de Soria, el ministro de Industria, la inteligencia suficiente, la de Perpiñá, para hacer un plan de desarrollo para esas comarcas. Al menos confiábamos que no fueran tan toscos como para dejar pendientes de un hilo el futuro de muchas familias.

La Unión Europea prohibió, es cierto, las ayudas al carbón a partir de 2014. Vista la situación coyuntural, las propias autoridades de Bruselas rectificaron y aplazaron la prohibición a partir de 2018. Un tiempo suficiente como para presentar un plan de desarrollo con el fin de evitar enviar más ciudadanos al paro o de esperar incluso un nuevo aplazamiento.

¿Por qué evitar enviar más trabajadores al paro? Porque cada vez que gotea un desempleado más en las listas de las oficinas de empleo, su disminución de consumo arrastra a nuevos parados llevando a la nación a sucumbir al ancla de la depresión. Por eso hay que evitar -y más las administraciones-, los despidos.

Hay que ser muy zafios para presentar, precisamente en estos momentos, un recorte del 63% de las ayudas al carbón, de 301 millones de euros a 111 millones de euros, en total 190 millones de euros que llevarán a la depresión las minas de Asturias, de León, de Palencia, de Aragón, de Castilla-La Mancha.

En total están en peligro 47 explotaciones, el empleo de ocho mil mineros, y, ciertamente, en el peor momento y en el peor lugar. No es en la recesión cuando hay que recortar, sino todo lo contrario. ¿Qué incompetente gobierno deja en suspenso unas ayudas en el peor momento?

Ya nos explicará la derecha los motivos por los que ven excesivas las jubilaciones de aquellos que se dejan los pulmones en las galerías. Ya nos explicarán si les parece bien criticar prejubilaciones que no desean los propios trabajadores. Ya nos dirán por qué son la peor derecha que hay en Europa.

Mal está que anteriores gobiernos no dieran una alternativa a las comarcas, casi desde que Román Perpiñá Grau redactaba aquellos magníficos papeles de economía; corríamos el riesgo de encontrarnos algún día con un gobierno grosero que no sabe más que recortar el porvenir en el peor momento posible. Al carbón, a los mineros y a todos los españoles.

AntonioMiguelCarmona es profesor de Economía, miembro del Comité Federal del PSOE, secretario de Economía del PSM-PSOE y portavoz de Hacienda del Grupo Parlamentario Socialista de la Asamblea de Madrid