El PP intenta mantener el control del país amordazándolo. La crisis catalana, la contestación popular a sus políticas antisociales, la publicidad de sus fechorías, todo pretende sofocarlo mediante grilletes. El peligro que corremos es que si lo consigue, la España que nos va a quedar se va a parecer mucho a la que intentamos enterrar hace 40 años

En la democracia no todo está permitido, pero si hay algo que está absolutamente prohibido: la falta de libertad de expresión. Una dictadura puede ser económicamente próspera, incluso alcanzar un cierto grado de justicia social, pero sin libertad de expresión será indefectiblemente totalitaria. Pero lo que a muchos nos espanta, a otros les despierta un más que satisfactorio sentimiento de añoranza

No se trata en estos tiempos de juzgar si las canciones de un rapero son deleznables, ni de si la obra de un artista es siempre arte, ni de cuánto tiempo debe pasar antes de poder hacer chistes sobre muertos, ni mucho menos de que manifestaciones deberían ilegalizarse o de que huelgas son o no convenientes. Lo que debemos decidir es si permitimos que sea el Gobierno, y no el poder legislativo, quien resuelva sobre estas cuestiones. 

Cuando la libertad no es un derecho igual para todos, aparece el monstruo de la injusticia. Un engendro que sujeta fuertemente con una de sus garras a los contrarios, mientras protege con la otra a los próximos. Que permite que unos esperen una sentencia definitiva paseando por Roma o esquiando en Suiza, al tiempo que otros no pueden salir de prisión preventiva para visitar a un hijo que acaba de quedar parapléjico.

El problema del PP es que pretende un imposible: una dictadura que no lo parezca del todo. En estas cosas quedarse a medias es una apuesta al fracaso. Es exactamente lo mismo que declarar la independencia e irse de fin de semana. Así que lo más fácil es que consigan que el intento de acabar con la libertad de expresión cree más necesidad de ella. La cuestión es que pese a sus esfuerzos por hacerlo todo peor, las encuestas siguen situando al PP como el partido más votado. ¡País!, que diría el maestro.