Este jueves, el padre de Pablo Iglesias escribía un artículo en el que defendía a su hijo de las acusaciones de “falta de decoro” que varios diputados están extendiendo contra los diputados de Podemos. Dentro de esa reflexión, hacía una mención al ya fallecido José Antonio Labordeta y a su mítico “A la mierda” que dedicó a la bancada del Partido Popular.

Javier Iglesias recuerda que ese improperio vino provocado por los diputados de la derecha cuando Labordeta hablaba de las torturas del franquismo y le dijeron: “Tus canciones sí que son una tortura”.

Aunque nadie mejor que el propio Labordeta para explicar cómo surgió aquel momento. Fue el cantautor el que recordó el momento con Jordi Évole, cuando todavía era El Follonero, en Salvados.

“Había sido un día muy duro, habíamos estado discutiendo sobre la Guerra de Irak. Y cuando yo estaba hablando había unos tíos diciendo: ‘¡Labordeta, con la mochila. Vete con la mochila!’”, burlándose de su mítico programa Un país en la mochila. “Y entonces uno me dice: ‘¿Qué me dices, cantautor de las narices?’ Ahí ya no aguanté y perdí la cabeza. Les dije: ‘Vete a la mierda. Dejadme tranquilo. Quiero hablar y no me dejáis hablar’”.

Sin embargo, hay algo más reseñable en aquel momento histórico de Labordeta. Cuando dice a los diputados del PP: “Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han controlado el poder ustedes toda la vida. Y ahora les fastidia que vengamos aquí las gentes que hemos estado torturados por la dictadura a poder hablar. ¡Eso es lo que les jode a ustedes! ¡Coño! Y es verdad, ¡joder!”.

¿Cuánto hay de ese odio atávico, de ese clasismo, en las críticas cada semana del Partido Popular a los usos y formas de Podemos y otros miembros de la izquierda? ¿Les molesta que alguien les cante las cuarenta al ministro de Justicia, señalado por varios escándalos? ¿O lo que les rechina es que el protagonista de la bronca sea un jornalero famoso por ocupar tierras y que lleva trabajando desde los ocho años rebuscando aceituna? ¿Les molesta que presuma de que no pudo ir a la escuela ante la pobreza que asolaba a su familia? ¿Qué no tenga los estudios que muchos de ellos tampoco tienen, pero de los que sí presumen en sus currículos?

Sólo esa puede ser la razón, porque desde la bancada de la derecha, las faltas de decoro no escasean. “Cantautor de las narices”. “Usted traiciona a los muertos”. “¿Quieres que vaya o qué?”. Son sólo algunos ejemplos, que parecen diluirse cuando se dicen detrás de una corbata.