Tener un accidente de tráfico es una de las situaciones más estresantes y desconcertantes que podemos vivir y para la que nadie está preparado. No obstante, hay aspectos que es importante conocer para ahorrar disgustos posteriores.

Las primeras reacciones ante un accidente

La primera reacción ante un accidente de tráfico es una especie de shock e incredulidad. Todo sucede en un segundo y al afectado le cuesta unos segundos asimilar la situación en la que se encuentra de repente.

Ante todo, deberemos comprobar que los ocupantes de nuestro vehículo y del contrario se encuentran en buen estado y, en el caso de haber heridos de consideración, llamar a los servicios de emergencia.

Si por el contrario se trata de un golpe en el que a priori no ha habido daños personales considerables, tocará lidiar con la otra parte afectada en los hechos. Para este tipo de situaciones están los seguros.

Los primeros pasos que hay que seguir tras el accidente

Una vez comprobados los daños personales, lo primero que hay que hacer es señalizar la zona para evitar que haya otros vehículos que se vean implicados. Esto lo haremos con los triángulos reglamentarios y, siempre, salir del coche con el chaleco reflectante.

También es muy importante recabar todos los datos posibles, más allá de los que exija el propio parte de accidentes. Esto nos puede evitar quebraderos de cabeza en el futuro, principalmente con la aseguradora.

En el caso de que el accidente esté congestionando el tráfico, será necesario llamar a las autoridades para que estas se encarguen de la situación. Una vez hecho esto, ya podemos comenzar con las gestiones y la cumplimentación de los impresos.

Cómo hacer un parte de accidente

Lo primero que nos preguntamos es, ¿cómo hacer un parte de accidentes? Este trámite dependerá en gran medida de la otra persona afectada. En el caso de que se trate de un accidente sin parte amistoso, puede ser más complicado.

No obstante, hay que saber que nadie está obligado por ley a realizar esta gestión, aunque es sin duda lo más recomendable, ya que gracias a este trámite podemos recibir una indemnización en caso de que nos pertenezca o evitar contraer una deuda posterior al suceso.

Por este motivo, antes de nada habrá que valorar entre ambas el siniestro partes ponerse de acuerdo sobre cómo han sucedido los hechos. Esto implica determinar cuál de las dos partes ha sido la responsable de la colisión.

En el caso de que todo esté claro, completaremos lo que se denomina un parte amistoso. Estos formularios incluyen también una parte donde piden describir cómo se ha producido la colisión mediante un dibujo.

Aquí deberemos también estar atentos a dicha descripción para dejar claro todos los detalles de en qué situación se encontraba cada uno de los vehículos implicados: daños en cada coche, circunstancias, modelo, marca y, finalmente, la firma de cada conductor.

Una vez completada toda la documentación, cada una de las partes se quedará con una copia. Es importante saber que ambas deben ser iguales y ninguno de los conductores puede añadir posteriormente más información.

La cosa se complica, sin embargo, cuando una de las dos partes no está de acuerdo con la versión de la otra sobre cómo han ocurrido los hechos. Esta situación puede llegar a ser realmente incómoda y, unido a la tensión del momento, desembocar en un enfrentamiento.

Por lo tanto, es recomendable que en este contexto intentemos guardar y mantener la calma en la medida de lo posible, mostrándonos resolutivos y dispuestos a colaborar en todo momento, pero sin dejar de defender nuestros derechos.

Así, si tenemos toda la documentación del seguro en regla y unas buenas condiciones que incluya una cobertura razonable, no tendremos por qué temer, ya que una vez pasemos el parte a la aseguradora, esta se encargará de realizar las gestiones pertinentes.

¿Cómo puede afectar a mi póliza haber sufrido un accidente?

Algunas compañías aseguradoras pueden llegar a no renovar el seguro. Así, al igual que la compañía tiene derecho a no asegurar a un usuario cuando no está dispuesta a correr el riesgo por distintas razones, también puede optar por no renovarle la póliza.

Las consecuencias posteriores dependen de la compañía de seguros con la que tengamos el contrato y del propio acuerdo que tengamos con esta. Si tenemos un seguro a todo riesgo es menos probable que suframos unas consecuencias posteriormente.

Aun así, hay compañías que tienen requisitos especiales, por lo que es necesario leer la letra pequeña del contrato e informarnos bien para no encontrarnos con una sorpresa desagradable.

En conclusión, en estos casos es importante siempre prevenir antes que curar. Esto se traduce en que debemos valorar bien las condiciones del seguro que contratamos, ya que así ahorrarnos disgustos.