Un año después de que lel régimen talibán se hiciera de nuevo con el control de Afganistán tras la retirada de las tropas internacionales, Amnistía Internacional (AI) publica en el informe Un año de violencia, impunidad y falsas promesas, denunciando las "flagrantes violaciones de los derechos humanos" que han perpetrado.

La ONG señala que “las partes en conflicto en Afganistán continuaron cometiendo con impunidad importantes violaciones del derecho internacional humanitario, incluidos crímenes de guerra, y otros graves abusos y violaciones de derechos humanos”. Los homicidios, “tanto indiscriminados como selectivos, alcanzaron cifras sin precedentes. Entre los objetivos de los talibanes y de agentes no estatales “figuraban defensores y defensoras de los derechos humanos, mujeres activistas, periodistas, personal sanitario y humanitario y minorías religiosas y étnicas.

Durante la toma del país por los talibanes se desencadenó una oleada de homicidios de represalia. Miles de personas, en su mayoría hazaras chiíes, fueron desalojadas a la fuerza de sus hogares. Bajo el gobierno talibán se produjo un brusco retroceso en los limitados avances logrados con respecto a los derechos de las mujeres. Los talibanes recortaron sustancialmente los derechos a la libertad de reunión y de expresión. El acceso a la salud, ya gravemente comprometido por la pandemia, se vio menoscabado aún más por la suspensión de la ayuda internacional".

La ya precaria situación humanitaria “se deterioró aún más durante la segunda mitad del año a causa del conflicto, la sequía, la pandemia de COVID-19 y la crisis económica, agudizada por la suspensión de la ayuda extranjera, la congelación de activos públicos y las sanciones internacionales impuestas a los talibanes”. En diciembre, la ONU advirtió de que aproximadamente 23 millones de personas sufrían inseguridad alimentaria grave y hambre, incluidos más de tres millones de niños y niñas, que corrían peligro de muerte por malnutrición severa.

Ataques indiscriminados y homicidios ilegítimos

Según la Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA), “las cifras de víctimas civiles alcanzaron cotas sin precedentes durante la primera mitad del año, con un incremento drástico en mayo, cuando empezaron a retirarse las fuerzas militares internacionales”.

A lo largo del año, “los talibanes y otros agentes armados perpetraron numerosos homicidios selectivos, cuyas víctimas fueron, entre otras, defensores y defensoras de los derechos humanos, mujeres activistas, personal humanitario y sanitario, periodistas, exfuncionarios del gobierno y miembros de las fuerzas de seguridad. Las minorías religiosas y étnicas corrían especial peligro”.

Derechos de las personas refugiadas y migrantes

La toma del poder por parte de los talibanes provocó un aumento en el número de refugiados afganos que pasaban a países vecinos. “Una vez se interrumpieron las evacuaciones desde el aeropuerto de Kabul, miles de afganos desesperados trataron de llegar por tierra a Pakistán e Irán. Así, fueron decenas de miles los que cruzaron a Pakistán antes de que el país cerrara sus fronteras a la mayoría de la población afgana el 2 de septiembre. Sólo continuó abierto el paso fronterizo de Torkham para quienes tuvieran el correspondiente pase. En noviembre, el Consejo Noruego para los Refugiados comunicó que entre 4.000 y 5.000 afganos cruzaban a diario la frontera con Irán".

El derecho de la población afgana —incluidas aquellas personas en peligro de sufrir represalias— a pedir asilo en terceros países “se vio amenazado por las restricciones impuestas por los talibanes para salir del país, entre ellas obstáculos a menudo insuperables para conseguir pasaportes y visados”.

Derechos de las mujeres y las niñas

Antes de la toma del poder por los talibanes, “las mujeres y las niñas seguían siendo víctimas discriminación y violencia por motivos de género”. Sin embargo, cuando los talibanes se hicieron con el poder, perdieron muchos de sus derechos humanos fundamentales. “Aunque los talibanes garantizaron que se respetarían los derechos de las mujeres, los limitados avances logrados durante los 20 años anteriores retrocedieron con rapidez”, en temas como la participación en el gobierno y el derecho a trabajar, el derecho a la educación, la violencia sexual y machista.

Defensores y defensoras de los derechos humanos

Desde finales de agosto, los talibanes ocuparon las 14 oficinas de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán y obligaron a su personal a huir del país o esconderse. “Se recibieron noticias sobre registros puerta a puerta de combatientes talibanes en busca de defensores y defensoras de los derechos humanos y periodistas, mientras que personas que trabajaban para ONG y sus familiares recibieron palizas”.

Derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI)

El 29 de octubre, el portavoz talibán del Ministerio de Finanzas Públicas comunicó que la sharia (ley islámica) no reconocería los derechos LGBTI. “El Código Penal de Afganistán seguía penalizando las relaciones homosexuales mantenidas de mutuo acuerdo”.

Libertad de expresión y de reunión

Los talibanes “disolvieron por la fuerza protestas pacíficas en todo Afganistán, haciendo uso de armas de fuego, armas de electrochoque y gas lacrimógeno, y golpeando y azotando a manifestantes con látigos y cables”.