En este lado del mundo llega el verano y con ellos las deseadas vacaciones. Una de las opciones estrella, sobre todo para cierto sector de la población, son los cruceros. Disfrutar del relax de esas ciudades flotantes que surcan los océanos. Pero, como toda ciudad, sus niveles de contaminación son alarmantes


Igual que 15.000 coches

Varios estudios han puesto el foco sobre los efectos de los grandes transatlánticos sobre el medioambiente. Sobre cómo afectan a distintos entornos, desde la atmósfera hasta el propio océano. 

Es, con diferencia, la opción vacacional más agresiva para el medioambiente. Por hacer un cálculo que lo rebaje a niveles más compresibles, un solo crucero puede llegar a contaminar lo mismo que 15.000 coches. O, si se compara con el tren, un viaje en transatlántico equivale a 1.000 viajes en tren

En concreto, son responsables de prácticamente el 20% de las emisiones de dióxido de nitrógeno totales, cantidad que se eleva hasta más del 25% en las ciudades con puerto. Según los expertos, esta aportación de los cruceros la contaminación ambiental crecerá un 200 por cien en el año 2030.


Más y más grandes

Pero la contaminación no solo sale por sus chimeneas. También son responsables de una elevada cantidad de residuos sólidos, provenientes de sus cruceristas. Un informe de la Universidad de Oxford señaló los efectos que estos desechos tienen sobre los ecosistemas marinos como los arrecifes y las líneas de costa.

Es el resultado de la descarga incontrolada de agua de lavado, restos de alimentos, piscinas, etc. Un único crucero de 3.000 personas genera 200.000 litros de aguas residuales a la semana y casi 4 millones de litros de aguas grises (aguas de lavado y consumo que podrían ser recicladas en otros entornos).

Y esto en un panorama en el que los cruceros están ascendiendo como opción para las vacaciones. Como muestra, cada vez se construyen barcos de mayor tamaño con capacidades cercanas a las 6.000 personas.