Muchos procesos de nuestro planeta permanecen misterios. Sabemos por qué se producen pero es difícil explicar a veces el motivo por el que se producen y su alcance. Este es el caso de la polinia detectada este semana en la Antártida.

Una polinia de 80.000 kilómetros cuadrados

Una polinia es un lago en el hielo. En realidad, un agujero sobre la superficie helada de la banquisa, la plata de hielo de los polos, que deja ver el océano bajo ella. Lo que más ha sorprendido a los expertos es el brutal tamaño de este agujero. Unos ochenta mil kilómetros cuadrados. Es decir, la extensión aproximada de países como Panamá o Portugal. Este orificio se encuentra en el conocido como el mar de Wedell. Esa ha sido la otra sorpresa. Normalmente estas formaciones se dan en lugares más próximo al borde de la banquisa y no tan interiores como es el caso. Las polinas se forman cuando corrientes de agua marina más calida y salada ascienden por convención derritiendo el hielo sobre ellas. El agua alrededor se enfría en contacto con el aire y con las capas de hielo circundante. Esta agua fría desciende mientras el agua caliente sube. De esta manera, el proceso se retroalimenta y se dificulta la formación de nuevo hielo que cubra el orificio.

Su relación con el cambio climático

Los científicos consideran que todavía es un poco pronto para relacionar este hecho con las consecuencias del calentamiento climático global. No obstante, los científicos consideran que este enorme boquete en la cubierta congelada antártica es una magnífica oportunidad para estudiar la relación entre clima y polinias. Y si la subida de las temperaturas globales está acelerando y agravando este fenómeno. El proyecto SOCCOM (siglas en inglés de Modelos y Observaciones Climáticas y de Carbono en el Océano del Sur) está tratando de establecer mediante termómetros en flotadores, las variaciones de temperaturas y las corrientes asociadas a estos procesos.