En los últimos años hemos asistido a pequeñas revoluciones cotidianas. La de las cámaras de fotos, la de los teléfonos o la de los reproductores musicales. Elementos que, prácticamente de la noche a la mañana, cambiaron de forma y de prestaciones. Dispositivos que han transformado nuestra vida en un lapso de tiempo muy corto. ¿Pero qué pasa con el coche eléctrico?

El lento ritmo del coche eléctrico

Es curioso comprobar cómo una tecnología que ya está disponible no se está generalizando al mismo ritmo que las anteriores. Según todos los análisis, detrás están las potentísimas compañías de automoción. Resulta que la producción de motores eléctricos es más sencilla de la de los de explosión. Esto puede redundar en el fin del sistema de mercado cerrado en el que funcionan. La única pega seria para el desarrollo de los coches eléctricos son las baterías. Sin embargo, como ha ocurrido con dispositivos como los teléfonos móviles, el tamaño y el precio de los sistemas de alimentación bajan a un ritmo exponencial. Además, los componentes de las baterías usadas son fácilmente reutilizables, con lo que el comprador puede obtener un buen reembolso por cada batería que recicle.

Diferencia promocional

La biblia tecnológica TechCrunch advertía hace unas semanas de la política de las industrias automovilísticas. Para ello, establecía un revelador análisis a partir del esfuerzo promocional que realizan. En 2015, Ford pagó la programación de anuncios para el modelo Focus, impulsado con gasolina, en 4750 veces a nivel nacional. El modelo eléctrico solo fue reflejado en 200 ocasiones en televisiones con la misma audiencia. Mercedes-Benz promocionó el Clase C de gasolina en 1400 ocasiones para todo el país. El modelo Clase B, eléctrico, no tuvo ningún apoyo publicitario. Sin embargo, estas compañías tienen que reaccionar y hacerlo ya, por varios motivos. Ya existen compañías como Tesla que solo comercializan vehículos eléctricos. Incluso aquellas que más apoyo han dado a sus modelos cero emisiones, como BMW, han obtenido buenos resultados. Por otro lado, las grandes ciudades están empezando a planificar su tráfico y planes de movilidad urbana en función de esta opción de transporte. Por ejemplo, París y México DF ya han anunciado que en 2030 solo los coches eléctricos podrán acceder a la almendra central de la ciudad.