Futurama, Blade Runner… No parece que los coches voladores vayan a tardar en trasladarse de la ficción a la realidad. Quizá en dos o tres años ya haya algún prototipo, y la NASA calcula que unos 750 millones de personas usarán el metro aéreo en 2030, en una quincena de áreas metropolitanas de Estados Unidos.

Hoy, existe ya incluso una embrionaria industria de la movilidad aérea urbana (UAM, en sus siglas en inglés), y se ha concentrado estos días en Seattle (Washington, Estados Unidos) para trazar las líneas maestras del nuevo sector. Su objetivo, trazar las directrices para que en los próximos años se desarrollen carriles aéreos, que se espera que reduzcan la contaminación acústica y la densidad del transporte dentro de las ciudades.

Esos carriles, ha explicado la Agencia Efe, serán algo similar a un túnel o tobogán que unirá, por el aire, un punto de despegue y otro de aterrizaje a través del aire. El conductor únicamente tendrá que seguir ese carril virtual y, si se sale, el sistema del coche lo detectará y emitirá un aviso.

 

Los coches tendrán una estética similar a las actuales avionetas, pero despegarán en vertical, gracias a unas hélices de propulsión en las alas. El modelo más avanzado en Estados Unidos es el Terrafugia TF-2, un vehículo híbrido entre la avioneta y el coche que cuenta con ocho motores eléctricos y que puede pasar de vehículo terrestre a aéreo desplegando las alas.