Una contradicción más de estos tiempos que vivimos. Normalmente, un graffiti es entendido más como un acto vandálico que como una expresión artística. Por las autoridades, queremos decir. Así que lo normal es cubrirlo y perseguir al autor. Aunque si ese autor es Banksy la cosa cambia.

Un mural en Bristol

Porque sus murales callejeros hace ya mucho tiempo que se consideran patrimonio artístico. En qué momento la obra del desconocido grafitero británico cruzó esa línea no está claro. Pero no cabe duda de que ya es así.

Tanto que el borrado accidental de una de sus obras se considera noticia y se pone a los inocentes responsables a la altura de los que atentan contra obras de arte en museos. Ellos qué sabían. El mural había sido realizado sobre el cierre de un comercio en la ciudad en la que Banksy realizó sus primeras obras, Bristol. 

De hecho, parte de la confusión puede deberse a que la obra es difícil de reconocer como realizada por el artista inglés. No se trata de un dibujo realista realizado con plantilla. Es más bien un graffiti al uso, en el que las formas geométricas se combinan en una composición abstracta. 

Se queda a medias

El caso es que los nuevos dueños del pequeño estableciendo decidieron darle un aire más formal a la persiana de cierre y comenzaron a pintar sobre el banksy. Cuando llevaban media labor hecha, un fan del grafitero pasó por la calle y se llevó las manos a la cabeza. Inmediatamente explicó a los perpetradores lo que estaban haciendo. Y entonces fueron ellos los que se llevaron las manos a la cabeza. 

Estaban literalmente destruyendo una obra que valía mucho más que su propio local. Y que además podría funcionar como reclamo y señal de ubicación. Encontrar el local con el banksy en la fachada es bastante más fácil que tirar de GPS.

Ahora el grafitti luce medio pintado, medio borrado. Lo que bien pensado no deja de sonar irónico y hay quien apuesta que su autor estará encantado.