A fuerza de utilizar ciertas expresiones, estas pierden su sentido. Y quizá la más usada en los últimos tiempos sea “cambio climático”. Pero además de ir vaciándose de significado, lo más relevante es que no refleja la situación real

Emergencia climática o crisis climática son construcciones que están mucho más cerca de lo que todos los científicos nos dicen que está realmente sucediendo. Son muchas publicaciones e instituciones las que han advertido que desde ahora solo emplearán estas expresiones para referirse a la situación que todos conocemos.

Con ella se trata de transmitir la urgencia y la gravedad del fenómeno al que nos enfrentamos. Es un cambio, sí. Pero esa palabra queda lejos de denotar lo que ese cambio significa. Que el futuro de la humanidad puede estar en el filo de la navaja. Muy pendiente de lo que puede ocurrir en los próximos años. Que si ese “cambio” sigue adelante puede comprometer mucho la vida humana sobre el planeta. Si eso no es una emergencia…

Informar con rigor

Uno de los primeros medios de relevancia internacional en adoptar la medida ha sido The Guardian. El diario británico incluyó un nuevo apartado en su libro de estilo. A partir de ese momento, cualquier referencia a la subida de temperaturas provocadas por la actividad humana debe definirse como emergencia climática. 

Para los editores del periódico se trata, una vez más, de informar con rigor. De seguir las recomendaciones de distintos paneles científicos. No es una forma de generar alarma gratuita. Para The Guardian es una alarma real. 

En castellano ha sido Fundeu, la institución que vela por el buen uso del español la que ha recomendado el cambio de denominación. De “cambio climático” a “crisis climática”. Consideran, como muchos otros medios, que la primera no refleja con exactitud la magnitud y consecuencias del fenómeno.