Un equipo internacional de investigadores, en el que han participado científicos de la Universidad de Barcelona, el Instituto de Investigación del San Juan de Dios y el Ciberer, ha identificado 40 genes relacionados con la conducta agresiva en humanos y en ratones, según publica la revista Molecular Psychiatry.

Según ha explicado el investigador Bru Cormand, experto en el análisis de datos genómicos, “la agresividad es un rasgo conservado en la evolución biológica porque tiene ventajas para la supervivencia de las especies, como el acceso a recursos o el apareamiento”. Así, “nuestro estudio se ha centrado en las bases biológicas de la agresividad, es decir, en aquellos factores endógenos que predisponen a manifestar comportamientos antisociales”, para explicar que el origen de la conducta violenta responde a la interacción de varios factores -biológicos, culturales, sociales- que pueden modular la expresión del comportamiento humano.

Según Noelia Fernández, otra de las investigadoras, humanos y ratones comparten una base genética común para el comportamiento violento: 40 genes comunes que pueden conferir riesgo hacia las conductas agresivas, “y que participan en procesos biológicos relacionados con el desarrollo y la función del sistema nervioso central, la señalización intercelular y el mantenimiento de las funciones celulares”. Según la experta, “es probable que algunos genes funcionen como nodos importantes de las redes génicas de predisposición al comportamiento violento, y probablemente estarían muy relacionados con otros genes con un rol más secundario”. Si alguno de estos genes centrales está alterado, “podría afectar al resto de genes y dar lugar al fenotipo agresivo”, ha subrayado.

La investigación también revela una base genética compartida entre la agresividad en niños y adultos y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), y entre la agresividad en adultos y la depresión mayor. No ha constatado, en cambio, correlación genética alguna con otros trastornos psiquiátricos (esquizofrenia, trastorno bipolar, autismo o estrés postraumático), por lo que todo indica que estas patologías no comparten factores genéticos de riesgo con la agresividad.

Para llevar a cabo su estudio, los investigadores han analizado, en el caso de los humanos, la genética de pacientes y voluntarios sanos, mientras que en ratones han estudiado genes que se expresan de manera diferencial en animales agresivos y no agresivos.