Hay muchos factores que nos distinguen como seres humanos, como seres inteligentes. Pero normalmente suele obviarse uno muy importante. Nuestra sensibilidad. Nuestra capacidad para realizar obras que, en principio, no tienen una función práctica más allá de la estética. Pero sí la tienen. Es lo que llamamos arte.

Una obra de 30 metros

Desde muy pronto en el proceso evolutivo, las manifestaciones artísticas nos definieron tal y como somos. La cosa ha cambiado mucho desde las manos impresas en las paredes de las cuevas hasta hoy. Hoy cuando nos planteamos lanzar la primera obra de arte al espacio. Se trata de Orbital Reflector. Lo que, de momento es un proyecto, pero sigue avanzando a través de una plataforma de crowdfounding. Orbital Reflector será una escultura monumental que nos mirará desde más allá de la atmósfera. Lógicamente, su montaje requerirá una importante misión espacial. La estructura viajará en una nave y una vez alcanzada la órbita correcta se inflará para desplegar todo su tamaño. Una especie de rombo tridimensional de 30 metros de largo. En sus caras contará con materiales reflectantes que reflejarán la luz del Sol. Y ahí, suspendida en la nada, lejana e inaccesible, la obra girará acompasada con el planeta durante dos meses.

Nuestro lugar en el Cosmos

Trevor Paglen es el autor de esta obra. Su idea es utilizar la ingeniería aeroespacial para remarcar nuestro lugar en el Cosmos. Nuestra relación con las estrellas, cuya luz devolverá al espacio. Paglen está trabajando con el experto en tecnología aeroespacial Zia Oboodiyant para el desarrollo del artefacto. Y para su ubicación en órbita cuenta con el apoyo de SpaceX Factor 9, la división empresarial de Elon Musk que busca crear los primeros viajes turísticos al espacio. ¿Cuál puede ser la función de colocar una obra artística en el espacio, donde nadie podrá admirarla? Pues una vez más, remarcar nuestro lugar en los arrabales de la Vía Láctea. Definir nuestra especie como esos seres inteligentes y sensibles capaces de realizar grandes proyectos que no tienen una finalidad clara. Más allá de poner una piedra más en nuestro camino de conquistar las estrellas.