No deja de ser paradójico: si el coche fue símbolo de progreso, hoy la contaminación que provoca eclipsa a la Torre Eiffel, un icono levantado en un día con técnicas y materiales punteros.

Niebla y sobre todo humor, procedente de la congestión de vehículos en París y altos niveles de contaminación del aire, dificultan ciertos días vislumbrar a cierta distancia esta construcción de hierro de Gustave Eiffel. La contaminación del aire en París ha alcanzado niveles peligrosos para la salud, un 80 por ciento más elevados que los de Londres y Berlín.

Las cifras de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés) mostraron que había 147 microgramos de partículas en suspensión (PM, por sus siglas en inglés) por metro cúbico de aire en París, comparado con 114 en Bruselas, 104 en Ámsterdam, 81 en Berlín y 79,7 en Londres.

La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha decidido plantar cara al problema, hacer de la lucha contra contaminación una de las prioridades de su gestión. Entre otras vías, incluye la aprobación de medidas como sacar de circulación los vehículos más antiguos y eliminar los que utilizan diésel. También ha ofrecido subsidios para apoyar otras formas de transporte.