Yo solo vine a ver el jardín es una experiencia inmersiva y experimental a partir de la obra de la dramaturga Feliciana Enríquez, una mujer escritora del siglo XVII: Aglaya da testimonio de un monólogo incómodo, macarra y a veces naif, para festejar el sexo y el cuerpo. Entonces, el plan es el siguiente: encerrarse en el jardín y empezar una correspondencia arrolladora con seis hombres a la vez, en una exploración íntima en torno al placer y al autoplacer, al límite de la existencia. Se trata de una instalación, una obra escénica y un espacio sonoro. La propuesta cuenta, además, con el apoyo y supervisión de Piedad Bolaños, catedrática de la Universidad de Sevilla y especialista en Siglo de Oro. Ha dedicado gran parte de su vida académica a investigar a Doña Feliciana Enríquez de Guzmán.

Es un proyecto del colectivo amor & rabia que estará, hasta el 1 de mayo, en la sala madrileña Nave 73: "La idea de adaptar libremente Los jardines y campos sabeos de Feliciana Enríquez de Guzmán surgió por la fuerte impronta moderna, asentada en la feminidad, la simultaneidad en los espacios erotizados y la vindicación del deseo de la mujer", expresa la compañía. "En el texto original la protagonista debe escoger entre seis hombres por imposición paterna para unirse en matrimonio. La transgresión que lleva a cabo Aglaya consiste en establecer una relación poliándrica, escogiendo a todos los pretendientes. Damas y galanes monstruosos forman parte del submundo de la miseria y la pobreza, y aun consus taras físicas e imperfecciones morales tratan de imitar los modos caballerescos ycortesanos desde una mirada cínica".

Sinopsis

Feliciana Enríquez en el siglo XVII proponía la subversión del género, relaciones poliándricas, protagonistas de cuerpos tullidos y deformes. Desde el colectivo amor&rabia la rescatamos con esta adaptación escénica. ‘Yo solo vine a ver el jardín’ es una experiencia experimental donde Aglaya dará testimonio de un monólogo incómodo, macarra y a veces naif, para mirar de cerca la enfermedad y festejar el sexo y el cuerpo. Entonces, el plan es el siguiente: encerrarse en el jardín y empezar una correspondencia arrolladora con seis hombres a la vez, en una exploración íntima en torno al placer y al autoplacer, al límite de la existencia. "No es a vosotros a quienes busco. Es este deseo. Algo más profundo e irreal que un simple hombre. Porque el cuerpo tiene una memoria prehistórica. Y es insaciable".