Nuestro Road Trip circular llega a su fin y en esta etapa volveremos a España entrando por la provincia de Cáceres. Habremos recorrido casi 2.000 kilómetros por tierras que antaño estuvieron unidas una y otra vez por los romanos, bajo los reinos de taifas o por pertenecer a las tierras entregadas a las órdenes militares por los reyes cristianos portugueses o españoles. Después llegaron algunos desencuentros y más tarde el olvido. Hoy la Unión Europea y los múltiples acuerdos bilaterales vuelven a unir poco a poco unas poblaciones que son tan iguales como diferentes, pero que no pueden ocultar su pasado común.

Nuestra última noche la pasaremos en un pequeño pueblo amurallado de la misma frontera, pero antes nos vamos a permitir dar un pequeño rodeo hacia el norte para contemplar dos auténticas sorpresas de interior. El navegador nos indica que con ese pequeño desvío tardaremos poco más de media hora extra, más el tiempo que pasemos allí, pero será muy bien empleado.  Durante algunos kilómetros seguiremos el curso del Tejo, y en una hora habremos llegado a la siguiente parada.

Rio Maior es una localidad del distrito de Santarém a la que no le faltan recursos turísticos, incluyendo una ruta para los peregrinos que vayan a Fátima, aunque nosotros vamos a salir del pueblo principal para conocer sus dos maravillas en los alrededores.

Las Minas de Sal de Rio Maior  son las únicas de interior en Portugal. Ya en el Algarve pudimos comprar buena sal en Tavira, pero esta es especial, no sale del mar. Se produce al evaporar el agua de un arroyo subterráneo que pasa por un depósito de sal de roca que se estima de una superficie total igual a la de la Extremadura portuguesa, entre Leiria y Torres Vedras. Formado hace millones de años, el agua que llega a la superficie es siete veces más salada que la del mar, y al extraerse de forma totalmente natural por secado, está libre de todo producto químico o refinado.

 

Lo mejor de esta maravilla es que se encuentra en funcionamiento y prácticamente con las mismas artes artesanales desde 1177.

En España tenemos salinas de interior en Añana (Álava) e Imón (Guadalajara) que también datan de la Edad Media y, según parece, tienen también en común que fueron explotadas por los Templarios. Es sabido que la Orden del Templo controlaba no solo los caminos, sino que obtenía ingresos por el cobro de portazgos y pontazgos, la gestión de molinos y la exclusiva de la sal (autentico oro en aquella época). En Rio Maior aseguran que es así y de hecho la venden empaquetada como “Sal de los Templarios” y la califican como “sal sin mar”.

Estamos otra vez en un museo viviente, en el que es posible recorrer las salinas y contemplar cómo es el proceso manual y cómo dejan secar al sol los montones de sal. Tan natural como dejar que la gravedad y el calor hagan el trabajo, y tendrás una sal de la máxima calidad.

También podrás recorrer su calle de casas de madera, que eran los antiguos almacenes y hoy siguen en pie como tiendas de artesanía, productos de alimentación regional y hostelería.  Y después de este agradable paseo, aún nos queda otro lugar en que seguramente también los templarios tengan algo que decir.

A doce minutos de las salinas se encuentra Anta de Alcobertas, donde podremos entrar en un dolmen convertido en iglesia.

 

Que la religión cristiana fue fagotizando el resto de cultos de una u otra forma ya lo sabemos. Desde cambiar el Sol Invictus por la Navidad a convertir la diosa Isis en Virgen María. Igualmente sabemos que aquellos lugares considerados sagrados, en lugar de ser destruidos, eran cristianizados. Eso tampoco era nuevo y ya lo hicieron los Romanos con dioses griegos o egipcios. Pero pocas veces verás algo tan clarividente como un dolmen convertido primero en ermita y después quedar adosada a una iglesia como una de sus capillas. Y la forma más fácil era asociarla a María Magdalena, que cuenta la Leyenda Áurea que acabó sus días en una cueva. Hasta aquí, para quien esté iniciado en el tema, ya tiene pistas suficientes para imaginar la huella templaria en este lugar.

Como hemos dicho en todo el recorrido, no hace falta tener fe. Con curiosidad y respeto podrás disfrutar de la visita y si entras en su interior, y guardas silencio, raro será que no sientas una calma especial. Pero si no te van estas cosas, basta con quedarte fuera y ver cómo era el dolmen del Neolítico Final (aproximadamente del 4.000 A.C).

Volviendo al orígen de lado a lado

Desvíos como estos son los que justifican el viaje en todo Road Trip, pero como hace falta tener un destino concreto, ha llegado el momento de utilizar una vía rápida para atravesar el país y seguir haciendo de Indiana Jones, esta vez usando La Raya como quien salta a la comba en el patio del colegio. Nuestro próxima parada será aún más espectacular.

Marvão está casi en la misma horizontal a poco más de dos horas por una carretera de dos carriles que circula casi en paralelo con el curso ascendente del Tajo, aunque no lo veamos desde ella.

Para algunos es el pueblo más bonito de todo el Alentejo y, aunque eso es mucho decir, lo cierto es que es precioso. Situado en lo alto, totalmente amurallado y perfectamente conservado como en una cápsula. Cuentan que debe su nombre a a Ibn Marwan al-Yil'liqui «El gallego», líder de un movimiento sufista del Al-Ándalus, que se alzó en armas contra los emires de Córdoba y creó el reino de Badajoz hasta la instauración del Califato de Córdoba en 931. Fueron los Caballeros Hospitalarios, también conocidos como de San Juan o de Malta, quienes ampliaron su castillo tras la conquista por parte de Alfonso I en 1160. Desde entonces no parece haber cambiado mucho.

Sus estrechas callejuelas están plagadas de puertas góticas, muchas de ellas con su característico dintel ojival de piedra. Algo que en los alrededores aún vamos a ver con mayor detalle.

Pese a lo perfecto de su conservación y el encanto apenas tiene comercios para turistas (a años luz de cualquier localidad medieval española convertidas en centros comerciales de souvenirs) y solo un puñado de restaurantes y alojamientos. Así que si durante el día hay paz, recorrerlas por la noche bajo las estrellas y en silencio es una experiencia inolvidable.

Como lo son las vistas desde lo alto del castillo, pues como dijo Saramago “de Marvão vê-se a terra toda” (desde Marvão se ve toda la tierra). Y lo que puedes ver y escuchar fijo es uno de los mejores festivales de música del verano, sueño convertido en realidad por el director alemán de renombre internacional, Christoph Poppen, en 2014. Si empezamos con una obra de teatro en Mérida, no se nos ocurre mejor forma de acabarlo culturalmente. Aunque aun quedan maravillas por visitar al día siguiente.

Juderías medievales a un lado y otro de La Raya

Nos dice la historia que tras la expulsión de los judíos de España, muchos recalaron en el país vecino hasta que también de allí fueron invitados a salir o convertirse. Porque sí, para la Leyenda Negra eso solo ocurrió en España, cuando también ocurrió en Portugal y ¡300 años antes! en Francia (1182) . En nuestras visitas de hoy vamos a sentirnos como en a novela El último judío, de Noah Gordon, y vamos a reconocer más que nunca un pasado común entre Extremadura y el Alentejo. También comprobaremos cómo al otro lado los pueblos están más cuidados y conservados, no tanto por el estado actual, que también, sino porque se notan menos los destrozos irreparables de barrios enteros, o el expolio de murallas y templos que se han sucedido en España y que han roto la homogeneidad de los núcleos. Es decir, que mientras en Portugal puedes ver pueblos enteros o barrios medievales tal cual eran, y si algo falta ha sido por la ruina, en España es más probable que junto a una casa histórica haya un adefesio de ladrillo o cristal, un supermercado o una discoteca.

Aquí, más que restaurar, han conservado durante siglos. Y se nota. 

 

Pero vamos al detalle. Desde Marvão iremos a escasos diez kilómetros hasta Castelo da Vide (si es que no te has parado antes de llegar, porque en nuestra ruta pilla de paso). Esta aldea alentejana puede presumir de ser una de las juderías mejor conservadas, de cuando recalaron aquí sefardíes huídos.

No eligieron mal lugar porque aún hoy mana de sus fuentes una reconocida agua mineral. En lo más alto, además del castillo del siglo XII erigido por D. Dinis, podrás recorrer hasta llegar a él sus calles también medievales del Barrio Gótico, estrechas, encaladas y en pronunciada cuesta, por los que el tiempo no ha pasado. Y no ha pasado probablemente porque se respira un ritmo de vida tan pausado, que lo normal será que te saluden amablemente sus vecinos sentados a la sombra o las señoras que limpian la puerta mientras conversan entre ellas, bajo la atenta mirada de un gato.  En este barrio vamos a contemplar otra vez las peculiares puertas góticas que se han conservado en casi todas sus casas. Unas puertas que vamos a ver casi como principal atractivo en las dos siguientes paradas, cruzando la frontera.

 

Valencia de Alcántara está a tan solo 30 kilómetros de aquí y siendo tan parecida en algunas cosas, es completamente diferente en otras. La ciudad perteneció al Reino de Portugal entre 1644 y 1668, aunque está habitada desde hace miles de años como atestiguan sus numerosos dólmenes, en la mayor concentración de España. Debe su nombre actual a otra orden militar, la de Alcántara, que la conquistó a mitad del SXIII, aunque como en Toledo, hasta 1492 convivieron aquí las tres culturas de forma armónica y pacífica.

De ese legado, como en Castelo de Vide, queda su barrio gótico plagado de puertas idénticas a las que ya hemos visto.

Ya en la época moderna, Valencia de Alcántara alcanzó cierto nivel de desarrollo industrial y comercial debido principalmente al ferrocarril que unía España con Portugal y cuya estación fue inaugurada por el mismo Alfonso XII. Paradójicamente, la desaparición de la frontera y la nula inversión en ferrocarriles que comuniquen Extremadura con el resto de la península —una permamente reivindicación extremeña— han ido menguando su capacidad, a pesar de que cuenta con suficientes alicientes.

Antes de abandonar la población visitaremos la Virgen de Rocamadour, una de esas de color negro y evocadoras leyendas, y volveremos a cruzar una nueva frontera para ir de la provincia de Cáceres a la de Badajoz.

Alburquerque es la cuarta villa en la que vamos a poder pasear por sus estrechas calles góticas de puertas ojivales. Y otra vez comprobaremos cómo las cuatro son tan parecidas como diferentes. En esta ocasión tenemos los ingredientes habituales, pero con pequeñas variaciones.  Fue fundada por los vetones hacia el 590 a. C,  Fernando II,  la toma de los almohades para confiarla en 1171 a la Orden Militar de Santiago. En 1184, fue conquistada otra vez por los árabes, y de nuevo recuperada por Alfonso IX. Durante el reinado de Felipe V, Alburquerque se vio involucrado en las luchas por la conquista de Portugal, siendo el castillo de la villa tomado en 1705 por las tropas anglo-portuguesas, hasta 1716, año en el cual pasa de nuevo a la corona de España.

Y así, todo el tiempo por aquí. En nuestros días de paz y concordia, hemos de estar contentos con el mestizaje y los frutos de ese cóctel histórico. Y comprobar cómo en uno de sus restaurantes se puede tomar lo mismo Bacalao “a bras” que jamón ibérico.

 

Un final que es el principio

Con esta mini ruta circular final dentro de la principal, acabamos nuestro Road Trip. Según el tiempo que te detengas en cada lugar y las variaciones que improvises, te llevará unos diez días, o dos semanas… o podrías pasarte el año o la vida entera. Porque desde aquí se abren infinidad de rutas complementarias.

Podríamos seguir explorando maravillosas villas medievales por el centro y el norte de Portugal hasta el Douro y entrar en España por Zamora o Salamanca, con lo que abriría otro melón. Volver a la Estrada N2 y subir hasta la eurociudad de Chaves-Verín. O explorar la provincia de Cáceres, llegando a Plasencia y desde ahí elegir entre el valle del Jerte o el de la Vera. Encontraríamos otra vez huellas de las tres culturas, gastronomía, paisaje...

Lo mejor de acabar un viaje es que empieza el siguiente en tu imaginación

El viajero comienza a viajar mucho antes de salir de casa, leyendo e investigando. Hoy hasta puedes viajar virtualmente sin salir de casa, como ocurrió durante el confinamiento. Viajar informado no solo te hace disfrutar más de lo que visitas, sino desde mucho antes. Esta ha sido la intención de esta serie de reportajes, inspirarte y motivarte a viajar de otra forma, más responsable y sostenible. Nos vemos en el camino.

Leer la serie completa:

  1. Road Trip por el sur de España y Portugal: dos semanas de historia, gastronomía, naturaleza y paisajes compartidos (I)
  2. Road Trip por el Sur de España y Portugal (II): secretos de arte, historia, gastronomía y paisaje en una ruta circular por descubrir
  3. Road Trip por España y Portugal (III): De la Sierra de Aracena a las arenas del Rocío
  4. Road Trip por España y Portugal (IV): Por los Algarves de aquí y de allá tras las huellas de Al Mutadid.
  5. Road Trip por España y Portugal (V): Por la N2 hasta Lisboa, pasando por el Alentejo
  6. Road Trip por España y Portugal (y VI): Un final a lo grande con Dólmenes, Templarios y Juderías

 

Nota aclaratoria: Esta serie de artículos no tiene ningún contenido de marca o patrocinado. Cualquier establecimiento, punto turístico, hotel, restaurante, etc que sea citado será a partir de la experiencia del equipo de redacción que ha realizado la ruta, con su criterio personal y con fines informativos objetivos.