Un buen día, hace 65 millones de años, una roca proveniente del espacio entró en la atmósfera terrestre. No es que fuera un suceso infrecuente pero aquello sí fue distinto a otros acontecimientos similares. La roca en cuestión tenía más de 10 kilómetros de diámetro. Más de lo que la Tierra podía absorber.

Despejar incógnitas

El impacto y las consecuencias posteriores fueron catastróficas. Sobre todo para los grandes dinosaurios que no soportaron los cambios climáticos causados por el asteroide. A nosotros nos vino bien, quién sabe si no fue por ese acontecimiento por lo que ahora estamos aquí. Es una de las muchas incógnitas que se pretenden despejar en el Museo Chicxulub que se está construyendo en Yucatán. El museo se enclava en el lugar exacto en el que cayó la roca que cambió nuestro planeta y tendrá un doble objetivo. Por un lado, estudiar con detalle las características del cráter y del meteorito que lo causó. Para ello se llevarán acabo perforaciones tanto en el lecho del cráter como en sus paredes. También analizar con nuevos métodos los restos minerales que se creen proceden del asteroide. No es una misión sencilla, dado que el diámetro del agujero es de cerca de 200 kilómetros y parte de él se encuentra sumergido en la actualidad.

Desde septiembre

Equipos multidisciplinares de varios países esperan que el centro sea una referencia mundial de aquel cataclismo. Ayude a comprender la dinámica del impacto y las alteraciones producidas y cómo afectaron a la flora y fauna de la época. Y el otro cometido será el divulgador. Transmitir a los visitantes al relevancia tanto de la caída del meteorito como del propio museo y su labor investigadora. Se prevé que el centro esté acabado en septiembre de este mismo año y que comience sus actividades antes del final de 2018.