Más grande, mejor. Es una idea que tenemos impresa en nuestro cerebro y que parece que siempre se aplica. Sin embargo, a veces no es así. Justamente en el cerebro parece que las cosas funcionan de otro modo. No siempre mayor capacidad significa mayor inteligencia.

Un cerebro más pequeño

Lo sabemos porque nuestra especie no ha sido la que tiene un cerebro de mayor tamaño. Sin ir más lejos, los neandertales tenían un cerebro más grande que los sapiens. Y ya sabemos cómo acabó la cosa.
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Ahora los científicos dicen que el cerero humano está encogiendo. Que cada vez es más pequeño. En los últimos 20.000 años el cerebro ha pasado de ocupar 1.500 centímetros cúbicos a estar en una media de 1.350 centímetros cúbicos. Algo que está ocurriendo en todas las latitudes y tanto a hombres como a mujeres. Si la reducción sigue a este ritmo, en 20.000 años más la capacidad cerebral del humano será igual a la del homo erectus.  
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Más eficiente

Bueno, quizá capacidad cerebral esté mal expresado. Porque la reducción de tamaño no tiene que ver con su habilidad. De hecho, los científicos creen que la reducción de tamaño mejorará las funciones cerebrales. El tamaño se está reduciendo porque el cerebro es cada vez más eficiente. Y al mismo tiempo, es el órgano del cuerpo que más energía consume.
Así que un menor tamaño significa un consumo menor, aunque sus prestaciones mejoren. No es vano, aunque el tamaño se reduzca, la densidad de neuronas y su conexión no para de crecer.
Aunque hay otra teoría. En los últimos años se ha extendido la idea de que los humanos nos domesticamos a nosotros mismos. Y parece ser que los individuos con cerebros más pequeños, que precisan menos recursos pero son más eficientes, tuvieron más éxito evolutivo sobre los humanos con cerebros mayores. Y esa tendencia, a lo largo de miles de generaciones, está potenciando esta dinámica.

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