La velocidad de los vehículos está muy regulada en tierra firme, pero no tanto en el mar. Los barcos no tienen fijado un límite de velocidad, pero un estudio lo recomienda. Y mucho.

De acuerdo con un informe realizado por las organizaciones "Seas at Risk" y "Transport & Environment", una reducción de sólo el 20% en la velocidad media de los buques significaría una disminución en un 20% de los gases de efecto invernadero o una disminución de las emisiones tóxicas de un 24%, englobando tóxicos como el azufre y el dióxido de nitrógeno, que perjudican a los habitantes de las ciudades con puerto.

Y es que si los barcos van más despacio, queman también menos combustible y esto, a su vez, también reducen la contaminación por partículas tóxicas en suspensión que afecta a las ciudades costeras y a regiones tan alejadas como Groenlandia o el Polo Norte. También disminuiría un 66% menos de ruido y esto, a su vez, reduciría las posibilidades de colisiones con ballenas un 78%.

Sin embargo, el tráfico marítimo no se incluyó en el Acuerdo de París. No todos los países son favorables a la medida. Francia ha propuesto aprobar la reducción de la velocidad sólo para petroleros y embarcaciones que transportan cereales, pero no para los cruceros turísticos o los barcos de contenedores. Dinamarca, por otro lado, es partidaria de aplicar objetivos de reducción generales a este sector industrial, como ya ocurre con las empresas que producen energía eléctrica.

Sí se produjo un precedente en 2008, cuando, por efecto de la crisis económica, las principales compañías navieras decidieron, voluntariamente, reducir la velocidad de sus buques para reducir la factura en combustible. La velocidad media cayó un 12%, el consumo de combustible disminuyó un 27%, y así se redujo la contaminación en el mar.