¿Harto de que cada vez nos duren menos los teléfonos, las neveras o el microondas? La Unión Europea también. Las empresas de electrodomésticos han rebajado sustancialmente los precios de sus productos en los últimos años, pero ha sido a costa de su durabilidad. Hace tiempo que desde diversos frentes se viene denunciando la obsolescencia programada, esto es, la fecha de caducidad que traen los electrodomésticos ya de fábrica, que, sumada a nuestra tendencia a no repararlos sino sustituirlos por otros nuevos, genera unas 930.00 toneladas de basura tecnológica cada año en España.

Para abordar el problema, la Comisión Europea ha adoptado nuevas normas vinculadas a la reparabilidad y la reciclabilidad de este tipo de productos. Así, los televisores, neveras, lavadoras o lavavajillas dispondrán de nuevos diseños ecológicos para reducir tanto el impacto en el medioambiente como la factura energética de los ciudadanos europeos.

Es la primera vez que se abordan medidas enfocadas a la reparabilidad y la durabilidad de los electrodomésticos, e indican que las piezas de repuesto deberán estar disponibles "durante un largo período de tiempo después de la compra"; por ejemplo, siete años "mínimo" para los refrigeradores o diez en el caso de lavadoras y lavavajillas domésticos. Los fabricantes deben, además, entregar las piezas de repuesto en un plazo de 15 días hábiles. Las piezas de repuesto "se pueden reemplazar con el uso de herramientas comúnmente disponibles y sin daños permanentes para el electrodoméstico".

Se espera que estas medidas, añadidas a las adoptadas el pasado mes de marzo, permitan un ahorro energético de 167TWh anuales para 2030, según estimaciones de la Comisión. Es, según la institución, el equivalente al consumo de energía anual de Dinamarca, y supone una reducción de 46 millones de tonedas de CO2.

El impacto económico para los bolsillos de los consumidores europeos se traducirá, según los cálculos, un ahorro de 150 euros de media al año.