El pasado martes, el Parlamento Europeo daba luz verde a la medida que, a partir de 2021, prohibirá los plásticos de un solo uso. Y hace tiempo que se nos viene advirtiendo que las toallitas húmedas no sólo no son una buena alternativa al papel higiénico, sino que pueden causar complicaciones en los desagües. Ahora, en Valencia han saltado todas las alarmas, al descubrirse que estos utensilios han supuesto un tremendo impacto ambiental, y para el saneamiento y el presupuesto públicos.

Resulta que, bajo el asfalto de la ciudad, el subsuelo se ahoga en las  fibras sintéticas y las sustancias que impregnan el tejido de las toallitas (conservantes, surfactantes, hidratantes…). Unos materiales que, como en su día advirtió la OCU, dificultan que sean biodegradables. La magnitud del problema se resume en estas cifras: hay un atasco en 3,5 kilómetros en el colector norte de Valencia provocado por los deshechos. El tramo ya está a en proceso de limpieza, y desde que éste se inició ya se han extraído 5.000 toneladas de residuos, y según ha difundido el Ayuntamiento, principalmente son toallitas. La operación ha provocado que el Ayuntamiento haya tenido que solicitar al Banco Europeo de Inversiones 160 millones para renovar toda su red de saneamiento.

El alcalde de la capital del Turia, Joan Ribó, ha pedido este jueves a los ciudadanos plantearse "seriamente" que las toallitas han de tirarse a las papeleras y no al váter, porque los atascos por estos deshechos le "están costando muchos millones al Ayuntamiento".