Pensamos que somos los únicos que tenemos que adaptarnos a toda velocidad a los avances tecnológicos. Olvidamos que somos humanos y que todo sobre la Tierra está afectado por nuestro influjo. Por ejemplo, los animales salvajes que han de habituarse a ser filmados en su intimidad con drones.

Un osezno en problemas

Hasta ahora los animales estaban relativamente tranquilos. El cámara debía acercarse mucho al ejemplar que quería filmar, lo que daba tiempo a que animal huyera o se escondiera, lejos del peligro y la molestia. Pero entonces inventamos los drones. Desde un kilómetro de distancia podemos entrar en la cueva de un oso y grabarle dentro.

Algo así les ocurrió a la osa y su osezno en el último viral de Internet. Un pequeño cachorro no logra ascender una loma nevada en la cima de la cal le espera su madre. Al parecer, la huída de los animales se produjo al escuchar las hélices de un dron que le estaba filmando.

Lo que en principio fue una valiosa herramienta para científicos y conservacionistas, hoy está en entredicho: del uso para contabilizar número de ejemplares de una especie y su distribución, se ha pasado al empleo indiscriminado para obtener imágenes que subir a Instagram.

Y la fauna, ¿qué?

Eso está afectando a la vida de los animales salvajes, como ya apuntan algunos informes. Análisis que tocan dos vertientes. La etológica, de la afectación en la vida de los animales, y la legal, con la absoluta falta de regulación en este sentido en todos los países. Mientras que el vuelo de estos aparatos en las ciudades está severamente legislado, fuera de esas áreas, donde viven los animales, impera, una vez más la ley de la selva.

Nueva Zelanda es el primer país que está estudiando la cuestión. Los responsables mdioambientales aseguran que el vuelo de los drones está impactando negativamente en las especies autóctonas, sobre todo en las líneas de costa. Es la clara consecuencia del fenómeno. Vacacionantes que emplean el dron que ya llevado para inmortalizar el momento y se adentran unos kilómetros para capturar la imagen de algún animal salvaje.