Imagínense la cantidad de conchas de mejillón que se desechan en Galicia después de degustar su corazón: la Comunidad Autónoma es líder europea en producción de este bivalvo, y ocupa el tercer puesto del mundo. Los residuos se cuentan por miles de toneladas al año. Pero se pueden reciclar con un uso inesperado: en arquitectura.

Resulta que las conchas de mejillón se pueden transformar en carbonato cálcico, el componente principal de las valvas -lo contienen entre un 95 y un 99%-, además de pequeñas cantidades de nitrógeno, azufre, fósforo, potasio y magnesio. Los mejillones se utilizan, como materia prima, para la elaboración de cemento en construcción, aunque también es útil en la elaboración de plásticos, pinturas y barnices, en la industria farmacéutica y cosmética, como abono y fertilizante en agricultura y ganadería y como blanqueante en la industria papelera.

En 2015, la Universidad de La Coruña inició un proyecto pionero construyendo los cimientos de una casa construida con conchas de mejillón, como parte del llamado Proyecto Biovalvo.