La balanza no está exactamente equilibrada y cuando te das cuenta de ello, es posible que te afecte. 

Lo normal cuando se es joven es ir creciendo, aprender según las cosas te van pasando y, día a día, convertirse en eso que llaman 'ser adulto'. Esta trampa mortal de la que no te puedes escapar, la adultez, se consigue a través de muchas equivocaciones y grandes lecciones vitales de tus nuevos maestros: las facturas, la administración pública y tu jefe. Entonces, es evidente que no todo el mundo pasará por los mismos procesos a la vez. Vamos a ver, que este septiembre cumplo 22 años y mientras a mí me preguntan si estoy pensando en tener hijos, algunas amigas mías tienen que pedirles permiso a los papis para irse de vacaciones. La balanza no está exactamente equilibrada y cuando te das cuenta de ello, es posible que te afecte. 

Sin haber llegado más lejos que de los veintidós, sospecho que la década de los veinte es en la que más cambios se notan y dónde tu relación con el entorno está sometida a una constante reevaluación. Tú cambias, tus amigos cambian y el mundo cambia (normalmente, subiendo el nivel de dificultad). Ahora bien, ¿nuestras relaciones cambian?

No he podido evitar darme cuenta que, en ocasiones, me resulta casi imposible dejar de ser la adolescente idiota que era con mis amigos de instituto, o la niña pequeña que mi família aún quiere creer que soy, o la persona que fui en otro momento. Como decía un amigo, en la ciudad en la que has crecido sientes que tienes que cumplir unas expectativas sobre quién eres. Y como la ciudad, cualquier otra relación. Es decir, siempre se esperará que te quedes como eras hace años, aunque sea prácticamente imposible. 

La posible toxicidad 

És entonces cuando las relaciones corren peligro. Romper las expectativas es muy difícil, que te perdonen haberlas roto es casi imposible. Hay relaciones familiares y de amistad que no te permiten crecer y mostrar tu nueva versión por el simple hecho de que eso no es lo que se espera de ti. Encontrar la línea entre un acuerdo táctico para seguir manteniendo la relación y una relación tóxica en la que te echas en cara los cambios es muy difícil. 

Supongo que con las relaciones de pareja es igual. Sin embargo, está mucho más normalizado. En cambio, las relaciones de amistad son más complejas, pues sacan de nosotros facetas distintas que responden a la persona con la que estás, a los intereses que compartáis y las experiencias en común. Esto, a su vez, también implica quedarse anclado en el pasado, en el origen de la amistad. 

La verdad es que no tengo la respuesta a esta situación. Ni por asomo. Pero sí tengo una máxima: pase lo que pase no culpes a esa persona de haber seguido su vida. A la gente le ocurren cosas que les cambian, no puedes pedir egoístamente que no actúen en consecuencia. Sí, la gente hace su vida con o sin ti, que es lo que ocurre cuando no eres el centro del universo, lo que es bastante normal. Entonces, asume sus cambios y decide si quieres mantener la relación con esa persona, pero jamás le pidas que cambie.

Al menos, puede ser que con su experiencia, al final madures tú.