Más de 120 instituciones españolas se han adherido ya al Acuerdo sobre el uso de animales para la experimentación científica promovido en 2016 por la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE), y que pretende mejorar la comunicación entre la sociedad y los sectores involucrados en el uso de animales con fines científicos, como los propios centros de investigación públicos y privados o las empresas que los crían y suministran.

La investigación científica con animales genera un gran rechazo social, especialmente en países como Reino Unido o Francia, lo que hace cada vez más preciso acuerdos de este tipo para garantizar que estas investigaciones se desarrollan con totales garantías.

La European Animal Research Association (EARA) ha presentado el primer informe anual de seguimiento de esta iniciativa por la que las 63 entidades que lo habían suscrito en 2017 se obligan a cuatro compromisos: hablar con claridad sobre cuándo, cómo y por qué se usan animales, proporcionar información adecuada a los medios de comunicación y al público, promover iniciativas para que la sociedad comprenda y acepte mejor el su de animales en los laboratorios y poner en común las experiencias desarrolladas entre todos.

Según la encuesta, aunque la ley solo obliga a los centros de investigación a facilitar las estadísticas del uso de animales al Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, el 78% de las organizaciones ha ido más allá y ha puesto en marcha acciones voluntarias para informar a la sociedad sobre por qué, cómo y para qué usan animales en sus investigaciones. Además, la mayoría de los centros han aplicado iniciativas destinadas a mejorar la transparencia, como abrir sus animalarios al público general, dar charlas en centros educativos o participar en eventos locales en apoyo a la investigación.

Entre 2009 y 2016, el uso de animales en laboratorios se ha reducido significativamente gracias, en gran medida, a la directiva que obliga al fomento de las 3R, es decir, a reemplazar animales por otras técnicas siempre que sea posible, a reducir al mínimo su uso en los laboratorios y experimentos y al refinamiento de los métodos empleados en la investigación. Según los últimos datos del MAPAMA, en 2016, los laboratorios de nuestro país utilizaron cerca de un millón de animales en experimentos, la mayor parte relacionados en la investigación del cáncer y las enfermedades cardiovasculares.
Poco más de la mitad de estos animales (539.000) eran roedores, y sólo una pequeña parte (228 ejemplares) fueron macacos, lo que supone el 0,02 por ciento del total.