Hay quien dice que son 33.000 años. Quien sostiene que en realidad son 50.000 años. Incluso los hay que afirman que hace mucho más tiempo que domesticamos a los perros y desde entonces andan entre nosotros. Sea el tiempo que sea, ha sido suficiente para que hayamos afectado a su evolución

Y no se trata, solo, de haber cambiado las formas de aquellos primitivos lobos hasta las numerosísimas razas diferentes de la actualidad. Nuestra relación ha modificado su fisiología en otros aspectos más sutiles, pero igual de determinantes. Los perros de nuestros días cuentan con una musculatura facial que no está tan desarrollada en sus primos los lobos

En concreto, los músculos de la frente que les ayudan a enarcar las cejas y poner esa carita de pena que tantas veces hemos visto en memes de Internet. Un equipo científico de la universidad de Duke, en Estados Unidos, asegura que ese rasgo distintivo ha ido evolucionando en los perros hasta nuestros días

Se les perdona todo


Esta musculatura permite a los perros alzar las cejas con más intensidad y frecuencia de lo que los lobos podrían hacerlo. Puede parecer una variación sutil pero muestra https://www.pnas.org/content/early/2019/06/11/1820653116, en este caso de forma casi involuntaria, afectamos a las especies con las que nos relacionamos. 

Durante todos esos miles de años hemos ido seleccionando aquellos perretes que más gracia nos hacían por su capacidad de poner carita de pena cuando piden comida o hacen alguna trastada. Esto les ha facilitado tener una vida más longeva. Carita de pena, toma comida. Carita de pena, se te perdona haber mordido los zapatos favoritos del dueño. 

Es un ejemplo más de cómo extendemos a los animales los comportamientos y actitudes de los seres humanos y cómo vamos eligiendo aquellos ejemplares con los que pensamos que más fácilmente podemos relacionarnos.