Lo bueno del género humano es que inventamos la solución a los problemas que nosotros mismos creamos. Nuestro modo de proceder está acabando con las abejas, pero somos capaces de inventar una vacuna que las proteja. Qué genios. 

No es fácil

Y una vacuna para abejas no es una cosa sencilla. Los insectos no tienen un sistema inmunológico tan complejo como el de los mamíferos. Es más, son incapaces de generar anticuerpos cuando su sistema es atacado por virus o bacterias. Es decir, pasan el sarampión una y otra vez. 

Pero algo había que hacer dado el alarmante descenso de la población de estos animales clave en la polinización y por lo tanto en los cultivos de todo el planeta. En la Universidad de Helsinki han dado en el clavo. 

De reina a hijos

Se trata de modificar unos azúcares que intervienen en la creación de una proteína. Esta proteína se pasa de madres a hijos. Y ya se sabe que en una colmena, madre solo hay una. Así que los científicos han inoculado este azúcar modificado a la abeja reina de un panal. Y a través del huevo, la alteración ha pasado a sus descendientes, de modo que les ha generado inmunidad a una serie de patologías. 

En concreto se espera que sea eficaz contra una bacteria parásita que está diezmando las poblaciones de abejas en América y en Europa. Después de tres años de estudios, los responsables de la investigación creen que están preparados para acometer experiencias piloto en panales seleccionados.