La clave del éxito del ser humano sobre la faz de la Tierra ha sido su increíble capacidad para adaptarse al entorno. Así, mucho más que cualquier otra especie animal, ha sido capaz de crear su hogar desde los desierto más secos hasta los hábitat helados del norte o de alta montaña. Y eso es válido para todas las especies de humanos.

Sí, todas las especies. Porque aunque hoy solo conozcamos una, la nuestra, el homo sapiens, ya sabemos que no ha sido la única en existir. Y las demás parecen que tenían la misma capacidad de adaptación. Los últimos en demostrarlo han sido los denisovanos

Se acumulan las noticias sobre esta especie humana descubierta a principios del siglo XXI. La última novedad es que, al parecer, la especie pudo adaptarse a la dura vida de los valles del Tíbet

Allí, entre las altísimas faldas del Himalaya, los denisovanos fueron capaces de asentarse y formar comunidades. Es lo que señala un trozo de mandíbula inferior encontrado en una cueva del altiplano tibetano. Un hallazgo que, literalmente, ha hecho explotar la cabeza de los científicos que lo han analizado, como ellos mismos admiten. 

El trabajo conjunto entre el Instituto Max Planck de Leipzig, en Alemania, y la Academia de Ciencia de China. Tras el estudio, científicos de una y otra institución no tenían dudas. El pedazo de hueso, su ADN mitocondrial y la fisiología del hueso pertenecían a un ejemplar de la especie descubierta en la cueva de Denisova, en Siberia. 

El siguiente paso es datar la pieza. Se sabe que esta especie humana vivió en el área entre los 300.000 años y los 50.000 años. Y realmente se trata de una sorpresa, pero que viene a confirmar su presencia en la zona. Algunos estudios genéticos apuntaban a esta posibilidad al detectar genes denisovanos en las poblaciones actuales de sapiens en el Tíbet.