Madrid, febrero de 1978. En un concurrido acto de entrega de premios, una escena insólita dejó a todos boquiabiertos: la actriz Susana Estrada recogía un galardón de manos del político Enrique Tierno Galván cuando, de repente, su blusa se abrió y dejó un pecho al descubierto. Lejos de escandalizarse, el célebre "Viejo Profesor" Tierno sonrió con astucia y le susurró a la artista: "No vaya usted a enfriarse". Aquel gesto espontáneo –¿accidente o provocación calculada?– quedó inmortalizado y se volvió símbolo de una época. La vedette destapándose junto al futuro alcalde socialista de Madrid representaba a una España que tras décadas de dictadura por fin se atrevía a perder la vergüenza.
Ese instante icónico no surgió de la nada. "El destape" —como se bautizó popularmente al fenómeno de exhibición del cuerpo en medios, cine y revistas— no fue solo una moda pasajera o una respuesta comercial al morbo reprimido; fue una expresión cultural cargada de significado, inseparable de la Transición democrática que acababa de comenzar. España, tras la muerte de Franco en 1975, vivía una etapa convulsa y excitante. La censura, uno de los pilares del régimen, se había relajado de forma drástica. Por primera vez en décadas, no había un burócrata con tijeras vigilando cada pecho, cada palabra, cada escena sugerente.
Incluso antes de morir Franco hubo destellos de atrevimiento: en 1974 un fugaz topless de Ana Belén en El amor del capitán Brando atrajo a más de dos millones de espectadores. Pero fue en febrero de 1976, ya sin censura, cuando La trastienda (Jorge Grau) exhibió el primer desnudo frontal del cine español, protagonizado por María José Cantudo. Aquella escena impensable marcó el inicio oficial del destape en la gran pantalla.

Ese nuevo vacío legal y moral se llenó rápidamente con imágenes que hasta entonces habrían sido impensables. Solo un año después del final del franquismo, en 1976, casi la mitad de las películas españolas estrenadas contenían escenas de desnudos parciales o integrales. Era el auge del llamado “cine de destape”, una etiqueta que agrupaba comedias de enredo, melodramas ligeros y hasta películas más ambiciosas que utilizaban el erotismo como reclamo comercial y símbolo de una libertad recién conquistada. La pantalla se convirtió en un escaparate de cuerpos femeninos —y, en menor medida, masculinos— que rompían décadas de represión sexual. No eran simplemente cuerpos, eran territorios liberados.
La política del cuerpo
Las comedias picantes y los dramas eróticos coparon la cartelera. Muchas de estas cintas, de bajo presupuesto y argumentos sencillos, ofrecían desnudos gratuitos como gancho principal. El público, tras lustros de tabúes, acudía con ganas de reírse de su pasado puritano. En las pantallas abundaba el estereotipo del "macho ibérico": un español medio nada galán, fanfarrón y reprimido en lo sexual, al que Alfredo Landa había dado vida en el tardofranquismo. En democracia, dúos cómicos como Pajares y Esteso retomaron ese rol con éxito, parodiando la torpeza del español al afrontar la nueva libertad sexual.
Del otro lado de la pantalla, la contrapartida la pusieron ellas: las actrices convertidas en símbolos sexuales de la nueva etapa. La prensa las bautizó como "musas del destape". Muchas eran jóvenes debutantes que encontraron en quitarse la ropa una vía rápida al estrellato ante la enorme demanda de rostros (y cuerpos) nuevos. María José Cantudo fue pionera; a su estela deslumbraron Nadiuska, Susana Estrada, Ágata Lys o Bárbara Rey, entre otras. Exhibirse con desparpajo fue para ellas una forma de afirmación personal tras años de considerar sus cuerpos algo pecaminoso.
El destape no se limitó al cine. En 1976 nacieron revistas como Interviú y Lib, que llenaron los quioscos con portadas cada vez más atrevidas. Estas publicaciones ofrecían posados cada vez más osados, hasta que la "veda" se abrió definitivamente en septiembre de ese mismo año: Interviú llevó a su portada a Marisol, la ex-niña prodigio del franquismo, con el torso desnudo. Aquella edición batió récords de venta y la dulce Marisol, ya adulta y comunista, se convirtió en un inesperado icono del cambio social. Tras Marisol, pronto se animaron a posar vedettes como Susana Estrada o Ágata Lys, haciendo de su desnudez una declaración artística y transgresora.
Historias de reporteros, firmas históricas, portadas inolvidables y mucho más, es lo que puedes encontrar en el especial que lleva como portada a Marisol. https://t.co/p2fHsaLiua pic.twitter.com/ddx1Yen2hL
— interviú (@interviu) January 31, 2018
El legado de una catarsis cultural
No faltaron detractores: la Iglesia católica clamó contra la "inmoralidad" de tanto desnudo. Con los años, muchas de aquellas películas se ven hoy casposas, cargadas de estereotipos machistas y chistes de mal gusto. Sin embargo, en su contexto histórico el destape abrió brecha: por primera vez se introdujeron debates sobre el divorcio, el aborto o la libertad sexual en películas de gran audiencia. En 1974, antes de la muerte de Franco, el escritor Manuel Vázquez Montalbán empleó el término "destape" para celebrar esa ruptura de límites —"¿Por fin sobrevolamos las ruinas de nuestros reprimidos pudores?" se preguntó irónicamente— y criticar a quienes advertían que "la sociedad no estaba preparada" para tanta libertad.
A inicios de los años ochenta, la fiebre del destape empezó a decaer. El público ya no se conformaba con ver siempre los mismos desnudos ligeros, y la novedad había dejado de serlo. En 1984, bajo el gobierno socialista, la directora de Cinematografía Pilar Miró suprimió la clasificación "S" (el último vestigio de la censura franquista) y legalizó las salas "X" de cine pornográfico. Era el punto final oficial del destape.
Hoy, casi medio siglo después, el destape pervive en la memoria colectiva como un momento de catarsis cultural irrepetible. La icónica foto de Susana Estrada y Tierno Galván sigue representando el espíritu de aquella Transición, un recordatorio de cómo un país entero se quitó la mordaza a la vez que la ropa.
Síguenos en Google Discover y no te pierdas las noticias, vídeos y artículos más interesantes
Síguenos en Google Discover