Los miembros de la Casa Real le informaban puntualmente a la reina Sofía de las aventuras de su marido pero, aunque lo sospechaba desde que se conocieron, desde abril de 2006 la reina conocía al detalle el romance de su marido con Corinna Larsen. Tan enamorados estaban que Juan Carlos metió a su amante en el mismo avión que su mujer en el viaje de ocho horas a Arabia Saudí. Es más, el monarca se sentó junto a la aristócrata alemana, frente a la mirada de los periodista que cubrían el viaje y que ya conocían la total falta de relación entre los entonces reyes. Tanto es así que era su amante la que acompañaba al emérito en los encuentros de más alto nivel, mientras Sofía se dedicaba a actividades culturales como visitar yacimientos arqueológicos. 

Así lo ha relatado en la revista Lecturas la periodista Pilar Eyre​, especializada en los líos de faldas del emérito. Eyre recoge también el testimonio de uno de los periodistas que cubrieron el encuentro y que muestra cómo en el país árabe todos asumieron que la alemana formaba parte del harem del rey: “Hombre, nos extrañó la presencia de la princesa, que, por cierto, nos pareció a todos muy sexy. Pero cuando vimos que la reina no se inmutaba, pensamos que era algo normal y no le dimos más importancia”.

El mayor escándalo del reino

En los siguientes meses Sofía contempló cómo, además de las miradas y gestos cómplices con su marido, Corinna trababa amistad con su hija Cristina, con los entonces príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, con su cuñada, Pilar de Borbón, e incluso con su propia hermana y confidente, la princesa Irene de Grecia. La situación llegó al límite en mayo de 2010, cuando comenzó a rumorearse que no era ella la mujer que acompañaba al rey durante su operación de pulmón en el Clínic de Barcelona. En un precipitado operativo denominado ‘la reina a Barcelona’, Sofía salió corriendo de Madrid para dar la cara ante los medios de comunicación. Tras unas horas de vértigo para los equipos de seguridad y prensa de la Familia Real, Corinna bajó por el montacargas de las camillas al tiempo que la reina subía por otro ascensor a la sexta planta del hospital para ver a su marido.

Juan Carlos se recuperó de aquella intervención junto a la princesa alemana y su hijo, lo que terminó convenciéndole de ir un paso más allá. Hablo de la posibilidad de divorciarse con el presidente del Gobierno, que desaconsejó esa opción, pero también con su esposa, que se mostró completamente indignada, y con sus hijos. Felipe se entristeció por su madre y fue contundente respecto a las implicaciones de esa decisión: “Te vas a cargar la institución (...) Pobre mamá”. Por su parte, Corinna ha declarado que Juan Carlos le regaló un anillo de compromiso y, al más puro estilo tradicional, pidió su mano a su padre. 

Pilar Eyre ha sido cristalina al definir el estado actual de la emérita: "Conozco su actitud frente al rey desde hace años: de profunda indiferencia. Todo lo que hace le resbala, aunque, como es humana, le satisface saber que en esta historia a ella le ha tocado el papel de heroína".