Las multas por exceso de alcohol en sangre son una de las más caras. El momento de soplar por una boquillla y demostrar que no se ha consumido alcohol, o que al menos se circula por debajo de la cantidad permitida, es un momento tenso si no se toman las precauciones adecuadas. Y es que el enjuague bucal reciente en la boca puede ocasionar un susto.

Así, el denominado como Efecto Listerine puede hacer que gracias a los componentes del líquido desinfectante el conductor de positivo en la temida prueba. Y es que los enguajes contienen alcohol, provocando que al soplar se liberen partículas de saliva que, en suspensión, pueden hacer saltar al alcoholímetro.

Por este motivo, los agentes podrían sospechar que el conductor ha consumido alcohol y se puede enfrentar una multa preliminar que llevaría a repetir la prueba una segunda vez pasados los quince minutos en los que el resultado puede seguir siendo positivo si nos acabamos de cepillar los dientes. De esta forma, habría que explicar que realmente se ha utilizado enjuage bucal, donde el conductor debería acudir a un hospital para realizarse una prueba en sangre y demostrar que no ha ingerido bebidas alcohólicas recientemente.

Las multas de la DGT por dar positivo en un control de alcoholemia son muy altas. Si se supera la tasa de 0.25mg/l al soplar, la sanción se sitúa en 500 euros y 4 puntos del carné de conducir. La sanción se agravaría al superar una tasa de 0,50, con 6 puntos menos y 1.000 euros de multa.

En el momento en el que se superen los 0,60 se estaría incurriendo en un delito penal con una condena de entre tres y seis meses de cárcel. Cabe recordar que los conductores no pueden superar la tasa de 0,15 mg/l en aire espirado.

Además, la DGT advierte que no someterse a las pruebas de detección de alcohol o presencia de drogas en el organismo supone una infracción que está valorada en la pérdida de 6 puntos en el carné de conducir.