El icónico Palacio Real de Madrid ha acogido este miércoles al Cuerpo Diplomático que desarrolla su labor en España. En la recepción presidida por el rey Felipe VI y la reina Letizia se ha vivido un curioso momento. En concreto, durante el apretón de manos protocolario, en el que los diplomáticos saludan a los reyes de España, el embajador de la República Islámica de Irán, Hassan Ghashghavi que, tras mostrar su respetos al rey, no ha estrechado la mano de Letizia.

Tras su presentación, el embajador iraní ha caminado hacia el lugar de los monarcas donde ha procedido a estrechar la mano del Felipe VI, al contrario de lo que ha sucedido instantes después cuando ha tocado el turno de saludar a Letizia. En ese momento Ghashghavi se lleva una mano al pecho e inclina la cabeza en señal de respeto, pero, sin embargo, no ha estrechado la mano de la reina.

No obstante, este hecho, que pudiera parecer un desplante, realmente esconde una razón detrás. Para los musulmanes más conservadores, el contacto físico entre hombres y mujeres está completamente prohibido, a menos que tengan una relación familiar directa o bien estén casados.

Además, desde la revolución islámica de 1979, los apretones de manos entre personas de género opuesto han quedado relegadas a la vida privada. Lo que si que ha hecho el embajador de Irán ha sido llevarse la mano derecha al pecho -considerada como la mano del honor-  e inclinar la cabeza en señal de respeto. A lo que la reina Letizia ha respondido con una mirada de reconocimiento.

Protocolo con precedente

Sin embargo, esta no es la primera vez que un dignatario musulmán ha dejado de saludar a la reina consorte. En 2002, el expresidente iraní Mohammad Jatamí visitó España, una visita que, no obstante, estuvo a punto de no celebrarse debido a las exigencias iraníes.

En primer lugar, las autoridades de Irán solicitaron que, en presencia del por entonces presidente, las mujeres españolas llevaran la cabeza velada. Sin embargo, esta no fue la única exigencia de la delegación iraní. También pidieron que en la cena de gala no se sirviera alcohol y, que tal y como ha vuelto a suceder, que no hubiera ningún tipo de contacto físico entre los hombres iraníes y las mujeres españolas, reina Sofía incluida.