Vehículo eléctrico con paneles solares (Foto: Ecomotriz.com)



Hace tan solo unos días, en se conocía la intención de la alcaldesa de París de prohibir los vehículos diésel en la capital francesa en 2020. Los motivos que encierran una medida de este calado tienen que ver con la contaminación. El coche se ha convertido en uno de los grandes enemigos del planeta. Es verdad que ya no perjudican al medio ambiente como hace décadas, pero no es menos cierto que no han dejado de hacerlo y el nivel de aguante de este planeta, tras lo mucho que lo hemos deteriorado, ha descendido dramáticamente.

Mucho se habla en los últimos tiempos del que puede ser una de las grandes apuestas medioambientales: el coche eléctrico. El artilugio siempre va ligado a la modernidad, aunque sus orígenes, el primer vehículo de estas características, está fechado en una época que, lejos de lo moderno, hay quien la tacharía de prehistoria tecnológica.

El primer eléctrico
En efecto, según está documentado, el primer coche eléctrico apareció en la década de los 30 del siglo XIX. Se atribuye al escocés Robert Anderson y sí, efectivamente, este tipo de vehículo fue anterior a los de motor de cuatro tiempos de gasolina (o diésel).

Es evidente, como luego sucedió con los movidos por combustible, que ese primer invento no supuso un alarde de diseño. En realidad era algo así como un carruaje tirado por un motor eléctrico con una velocidad que no alcanzaba los 10 kilómetros por hora.

Pilas recargables
Aquel primer coche se caracterizaba, entre otras cosas, por no disponer de pila recargable, de ahí que su coste fuera muy elevado. No será hasta los últimos años de ese siglo cuando aparezcan las primeras baterías capaces de volver a ser habilitadas de nuevo para su uso.

Ahora que tanto se habla de ayudas para su fabricación y adquisición, quizás sea conveniente recordar que en a mediados del siglo XIX Francia y Gran Bretaña se convirtieron en las primeras naciones en respaldar el desarrollo de este tipo de tecnología aplicada al transporte.

Uno de los hitos más importantes del coche eléctrico se refiere al momento en que Camille Jenatzy llegó a superar los 105 kilómetros por hora con un coche eléctrico ¡Ocurrió en 1899!

La tecnología eléctrica también llega a las motos (Foto: iberdrola.es)



También en España
Nuestro país no fue ajeno a la 'moda' de aquellos primeros vehículos. Una empresa (Cía. General de coches-automóviles Emilio de la Cuadra) dedicó importantes esfuerzos a su desarrollo. Sin embargo, su aventura apenas duró unos años y en 1901, debido a la falta de recursos económicos, tecnológico y materiales, tuvo que cerrar.

Por el contrario, en EEUU el coche eléctrico triunfó y con la entrada del siglo XX el 30% de los vehículos que había en el país eran de este tipo.

Siguieron, además, desarrollando esta tecnología y en 1910, con nuevas baterías, disponían de una autonomía nada despreciable e, incluso, superaban los 120 km/h. En esa década, compitiendo ya con los de gasolina, el mercado del coche eléctrico abarcaba más del 85% del total del mercado.

Pero llegó Ford
En 1912 Henry Ford introdujo una novedad importante en los vehículos de gasolina que, a la postre, significaría el final de su competencia. El magnate automovilístico incorporó el arranque eléctrico a sus coches con lo que mejoró de forma considerable sus prestaciones desde muchos puntos de vista. Eso unido a la fabricación en serie, supuso el principio del letargo de los eléctricos.

En el año 2009, algunos estudios atribuían al sector del transporte el 39% del consumo de energía final en España. El porcentaje es elevadísimo y alcanza cotas más que peligrosas si lo trasladamos al tema medioambiental.

Por eso, en los últimos años, tanto las principales compañías automovilísticas, como empresas de nuevo cuño centradas en este tipo de industria, han dedicado muchos esfuerzos al desarrollo de vehículos eléctricos y con resultados muy interesantes. Sin embargo, su coste para el consumidor final sigue siendo muy elevado (a excepción de los denominados híbridos) de ahí que su implantación esté demorándose más de lo deseado por parte de las organizaciones que luchan por la protección del medio ambiente. Estas, no obstante, empiezan a contar con dos aliados importantes. Por una parte, el precio cada vez más elevado de los carburantes derivados del petróleo y, por otra, una sensibilización ciudadana cada vez mayor.