¡Qué tiempos aquellos! Ahora está el DVD, el Laserdisc, el Blu-Ray, el DVD-HD, el 3D… pero qué decir de cuando apareció el primer vídeo reproductor doméstico. El sistema más conocido era el VHS (Video Home System) y su llegada a los hogares españoles, sin ser como la televisión en color, sí supuso todo un acontecimiento, en los primeros años de propiedad y uso de unos pocos privilegiados, pero empecemos por el principio.

En realidad, y aunque muchos crean lo contrario, el primer formato de vídeo para el hogar no fue el VHS, sino el BETA, mientras que poco después salió el Video 2000. Como casi todo en la vida, también el Video Home System tiene su nacimiento, desarrollo comercial y muerte. Del mismo modo, como sucede en la actualidad en muchas facetas y campos de la vida, estos tres formatos respondían en la década de los 70 a una guerra abierta y encarnizada entre tres marcas: Sony (Beta), JVC (VHS) y Philips (Video 2000).

El sistema Betamax salió al mercado a mediados de la década de los 70 y, curiosamente, la empresa japonesa lo ideó en un primer momento para competir con las cintas de audio que con tanto éxito comercializaba Philips. Como respuesta a Sony, JVC (también nipona) en 1976 presentó su alternativa, el VHS, un sistema muy similar en aspecto a las famosas casetes de audio, aunque más grandes en lo que a carcasa y cinta magnética se refiere. Ya a finales, en 1979, la poderosa Philips decidió no quedarse atrás y fabricó el Video 2000, un sistema que pasó prácticamente desapercibido.

El poderoso marketing y… el porno
Pero, al final ¿Quién ganó esa guerra? La respuesta la conocemos todos porque aún hoy no es difícil encontrar en casa un reproductor-grabador de VHS o alguna cinta con películas, bien originales, bien grabadas de la televisión. Evidentemente el sistema de JVC se llevó el gato al agua, y ello a pesar de que Beta ofrecía mayor calidad de imagen y sonido y más duración en sus cintas.

Los motivos que llevaron a la victoria al VHS llegaron a través del marketing utilizado por la marca, que derivó en un stock de películas que multiplicaba por mucho los que ponían a disposición de los usuarios los otros formatos. Y aquí jugó un papel fundamental las películas para adultos, el porno, que encontraron un verdadero filón. Asimismo, otros factores como licencias y alguna que otra demanda, fueron decantando la balanza.

El negocio de los videoclubes
Quién no recuerda los videoclubes. Esos negocios que aparecieron como churros en la década de los 80 y principios de los noventa. Quién no recuerda la zona destinada a las películas ‘para mayores’. En algunos de esos locales aparecían junto a las de Terence Hill y Bud Spencer o españolas casi de la época del destape. España estaba saliendo aún de la Transición, así que en algunos lugares una cortina separaba la zona de películas aptas, de las de dudosa moral, y que incluía títulos que nada tenían que ver con la pornografía.

En algunos casos, esos videoclubes se convirtieron en cadenas de franquicias (y de hacer dinero), como Blockbuster, que en algunos casos hacían del estreno de algunas películas verdaderos acontecimientos sociales, con reservas de una copia, incluso, a las 12 de la noche. Todo un fenómeno.

Y entonces llegó el DVD
El éxito del VHS llevó a la competencia a tirar la toalla. En 1988 lo hizo Sony pasándose también a la fabricación en cadena de estos aparatos. Cabe recordar que entonces JVC copaba más del 90% del mercado.

Durante dos décadas mantuvo su hegemonía el VHS. Entre medias hubo algunas mejoras de las calidades que ofrecía, por ejemplo a través del Súper VHS. Sin embargo, en el año 2000 apareció el DVD (Digital Versatile Disc), con el que se mantuvo en la brecha con una convivencia nada igualitaria. Finalmente, en 2005, como le había sucedido con anterioridad a su competencia, el VHS deja de producirse.

El sistema casero de vídeo por excelencia tuvo su particular homenaje en el cine con la película Be Kind Rewind (Rebobine, por favor) en alusión a la advertencia que traían las cintas de devolverlas rebobinadas, una comedia que seguro que a más de uno le provocará, además de carcajadas, algún tipo de ‘déjà vu’.

Las preguntas que quedan ahora y que el futuro contestará son ¿Cuánto tiempo le queda al DVD? ¿En qué año desparecerá? ¿Tendrá en Tech su momento de gloria?

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