Algo en lo que la mayoría del colectivo de analistas e instituciones parecen estar de acuerdo es en la importancia que tiene a día de hoy la economía de los datos [o Data Economy, si lo prefieres en inglés] en el mundo desarrollado.

“Los datos están dando forma al futuro de la Humanidad”, afirmaba Naciones Unidas ya en 2019. La Comisión Europea, por su parte, asegura que su “uso inteligente puede tener un efecto transformador en todos los sectores de la economía y puede crear  nuevas oportunidades de crecimiento, incluso para las pequeñas y medianas empresas. Desde la sanidad hasta el medioambiente, un uso óptimo también nos puede ayudar a afrontar muchos retos sociales”.

El Fondo Monetario Internacional [FMI] comparte esa visión: “La generación y recogida de datos de seres humanos individuales se ha convertido en una gran parte de la economía moderna. Y generar un valor enorme”.

Así será la economía de datos en la UE en 2027

Los datos se guardan en silos privados, con lo que se reduce su valor para la sociedad

Lado oscuro
Pero, como no podía ser de otra manera, esta situación tiene su lado oscuro: “En primer lugar, la Data Economy es opaca y no siempre respeta la privacidad individual. En segundo lugar, los datos se guardan en silos privados, con lo que se reduce su valor como bien público para la sociedad”, advierte el FMI.

La Comisión Europea sitúa su valor conjunto en los 27 países de la zona Euro en 325.000 millones, un 2,6 por ciento del producto interior bruto de la UE. La ONU, por su parte, destaca que “las cinco personas más ricas del mundo hoy son emprendedoras en Data Economy.

Las grandes empresas del sector están amasando una riqueza sin precedentes y exacerbando la desigualdad

Desigualdades
Como señala Naciones Unidas, sus “características únicas han permitido el surgimiento de monopolios de datos, en los que cada gran compañía se ha creado un nicho con productos altamente diferenciados y especializados”.

La institución advierte sobre el peligro que supone “la falta de regulaciones nacionales y locales” que permiten a este tipo de empresas “dictar cada vez más los términos y condiciones de su disponibilidad y uso”.

Como consecuencia, esas compañías están “acaparando todo el valor excedente creado por los datos, amasando una riqueza sin precedentes y exacerbando la desigualdad de ingresos y patrimonio”. 

¿Están recibiendo los usuarios lo suficiente?

Insuficiente
Un enfoque que coincide en muchos aspectos con el del FMI: “Los consumidores pueden tener muchas buenas funcionalidades basadas en datos a cambio [de permitir el acceso a ellos por parte de las empresas]. Pero, ¿están recibiendo lo suficiente?”, se preguntan sus responsables.

Lo que está claro es que nuestra información ayuda a las compañías a ganar más dinero, pero no a ser mejores: “Una empresa de predicción meteorológica puede no mejorar nunca en su capacidad para predecir la lluvia, pero puede terminar con mejores predicciones del riesgo potencial del usuario que los análisis realizados por las oficinas de crédito tradicionales”.

La consecuencia, según el FMI, es que “la opacidad del mercado probablemente lleve a que se estén recogiendo demasiados datos, y se está compartiendo demasiado poco valor con los usuarios”.

Monopolio

La ONU llama la atención también sobre una situación preocupante. La información recogida puede beneficiar “a entidades distintas del recolector original. Amazon, Facebook o Google recogen información de elecciones de consumidores que puede no ser valiosa para ellos, pero lo es en extremo para vendedores y anunciantes”.

Algo que se convierte, de facto, en “poderes monopolísticos” y que se perderían si todas las partes interesadas tuviesen acceso a ellos a la vez. “Lo que es más importante” -destaca- “se incrementan cuanta más gente use sus servicios”.

El final de la historia no tiene buena pinta: cuanto mayores son las empresas de datos, más retornos de escala generan y, por tanto pueden crecer más. “Este es a menudo el origen de un crecimiento rápido y el surgimiento de un monopolio”.

Estrategia común

No es de extrañar que la UE haya aprobado una estrategia con la que quiere crear “un mercado único para los datos” en el que estos “fluyan” dentro del territorio “en beneficio de todos”.

Este enfoque busca también garantizar el cumplimiento de las leyes europeas, en particular las relativas a privacidad y protección de datos. Y, por supuesto, sacar todo el partido posible a un mercado que espera que crezca un 530 por ciento [entre 2018 y 2025] hasta alcanzar los 839.000 millones de euros.