Empezaron convencidas de que serían una marca online y, sin embargo, hoy ven su futuro por lo menos igual de vinculado al offline. Son Carla Marcelino y Silvia Peralta, las fundadoras The Rootz. Dos emprendedoras que proceden de campos muy diferentes pero hace tres años decidieron hacer realidad su sueño de introducirse en el mundo de la moda.

Carla es portuguesa y era consultora de tecnologías de la información en banca. Silvia es periodista y gestionaba la comunicación de empresas de tecnologías de la información y seguridad informática. Sin embargo, sus caminos no se cruzaron en ese sector, sino cuando ambas, cada una de forma individual, cambiaron el rumbo de sus carreras y estudiaron un MBA de dirección de empresas de moda. “Ahí fue donde nos conocimos y donde empezamos a trabajar la idea inicial”, explican.

Si tienes una propuesta diferente a todo lo que hay en el mercado, hay hueco para ti

A estas dos emprendedoras no les asusta la idea de competir en un sector tan agresivo como el textil. “Somos muy de nicho y creemos que, aunque sea difícil, si tienes una propuesta diferente a todo lo que hay en el mercado, hay hueco para ti”.

Esa propuesta se basa en ofrecer cazadoras personalizadas. Cada cliente puede elegir el modelo que le guste y añadirle los complementos que le guste. “También se pueden poner mensajes o un nombre”.

Las cazadoras personalizadas de The Rootz se venden mejor offline

Los pedidos pasan a un taller en el que se confeccionan de forma artesanal. Ese ha sido uno de los puntos más complicados en su proyecto. “La búsqueda de proveedores ha sido complicada, porque una fabricación a pequeña escala no es fácil. Encontrar uno en el que puedas confiar por su calidad y su trabajo y que apueste por tu proyecto con una producción pequeña, fue muy difícil y nos cerraron muchas puertas. Hasta que tuvimos la suerte de encontrar varios proveedores buenos que creen en el proyecto”.

Cambio de rumbo

Aunque en sus comienzos el planteamiento era puro online, pronto se dieron cuenta de que no era la mejor opción. “Nosotras nacimos online y pensamos que íbamos a seguir así. Pero nos dimos cuenta de que en moda es difícil. A no ser que seas muy conocido y tu online vaya sobre ruedas. Pero al principio, te tienen que poner cara”.

Nos dimos cuenta de que en punto de venta era donde más vendíamos

Por eso se atrevieron a dar el salto a una tienda física. “Estuvimos tres meses en Malasaña, en una concept store. Hicimos un lanzamiento tanto online como offline. Fue la primera toma de contacto y ahí nos dimos cuenta de que en punto de venta era donde más vendíamos, donde la gente ve la chaqueta, se la prueba, comprueba la calidad de los materiales. Vender online es más complicado”.

Ahora creen que esa combinación es la mejor opción. “Apostamos por la omnicanalidad, porque un día vienen a verte, al día siguiente se meten en la web a configurar, luego vuelven a verte para preguntarte qué te parece algo y al tercer día te compran. No es una compra impulsiva”.

Futuro

En noviembre abrirán la primera tienda propia. “Nuestro plan es probar con nuestro punto de venta físico. Si va bien, replicar el modelo en dos puntos estratégicos urbanos el año que viene, que uno de ellos sería Lisboa. A nivel online, reforzar toda la estrategia de apertura hacia Europa”.

Ambas consideran que emprender juntas ha facilitado las cosas. “Solas sería muy complicado. Hay momentos en los que uno se está desesperando y qué mejor que tener a una persona que está pasando por lo mismo para que nos ayudemos. Y en nuestro caso, es mucho trabajo para una sola persona. Nuestro modelo no es tenemos un producto, recibimos un pedido y lo enviamos. Hay mucho trabajo después del pedido. Y hay una búsqueda de proveedores para todos los accesorios, diseño, el marketing, la parte tecnológica, la de contabilidad, la legal… Tenemos empresas que nos ayudan con todo  eso, por supuesto, pero el día a día es muy duro”.