Si este verano vuelven ustedes al pueblo [aunque sea por lo menos a beber limonada en las fiestas patronales, con la debida distancia de seguridad, eso siempre] o a ese lugar al que han ido de vacaciones desde su infancia y echan un vistazo al monte y ven que todo ha cambiado, que el pinar en el que jugaban o que recorrían con la BH ahora son matorrales o un erial, quizá deberían preocuparse más que en otras ocasiones.  

Porque el problema no está solo en ese monte. Está en todo el mundo. Y, al ritmo de deforestación que llevamos, puede que el Covid-19 sea la menor de nuestras preocupaciones, si hablamos de supervivencia individual y colectiva.  

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Al ritmo de deforestación que llevamos, puede que el Covid-19 sea la menor de nuestras preocupaciones, si hablamos de supervivencia individual y colectiva

Desaparición de la sociedad 

Mauro Bologna [investigador del Alan Turing Institute de Londres] y Gerardo Aquino [profesor del departamento de Ingeniería Electrónica de la universidad de Tarapacá de Chile] son dos físicos teóricos que han realizado “un análisis cuantitativo de la sostenibilidad del crecimiento actual de la población mundial en relación con el proceso de deforestación paralelo, desde un punto de vista estadístico”. ¿Su conclusión? En un plazo de entre dos y cuatro décadas, la sociedad actual habrá desaparecido.  

Según los actuales niveles de consumo de recursos y la mejor estimación de tasa de crecimiento tecnológico, el estudio concluye que “hay muy bajas probabilidades –menos de un diez por ciento en nuestra estimación más optimista-” de que no tengamos que “afrontar un colapso catastrófico”.  

Las probabilidades de un "colapso catastrófico" de nuestra sociedad en unas décadas son del 90 por ciento

Deforestación 

La investigación, revisada por pares y publicada en Nature, recoge los factores relacionados con la actividad humana considerados como posibles responsables del cambio climático. Entre ellos, la contaminación del agua y el aire y la deforestación. Según los autores, nuestro impacto en “la deforestación es un hecho innegable. Antes del desarrollo de las civilizaciones humanas, nuestro planeta estaba cubierto por 60 millones de kilómetros cuadrados de bosques. Como consecuencia de la deforestación, en la actualidad quedan unos 40 millones de kilómetros cuadrados”.  

Al ritmo actual de esa “deforestación indiscriminada”, Bologna y Aquino concluyen que “todos los bosques habrán desaparecido en un plazo de entre 100 y 200 años”. Pero, sus consecuencias serán devastadoras mucho antes: “Claramente, no es realista creer que los efectos de la deforestación sobre la sociedad humana se producirán solo cuando se haya talado el último árbol”, afirman.  

Al ritmo actual, todos los bosques habrán desaparecido en un plazo de entre 100 y 200 años

Fundamentales para la vida 

Los árboles almacenan carbono, producen oxígeno, conservan el suelo y regulan el ciclo del agua. Son la base para los sistemas de alimentación humanos y el hogar de un número incontable de todo tipo de animales e insectos. “Los bosques son nuestros mejores limpiadores de la atmósfera y, debido al papel clave que juegan en el ecosistema terrestre, es altamente improbable imaginar la supervivencia de muchas especies, incluida la nuestra, en una Tierra sin ellos”.  

Según ambos investigadores, “el debate sobre el cambio climático puede resultar casi obsoleto en caso de una deforestación global del planeta”.  

El debate sobre el cambio climático puede resultar casi obsoleto en caso de una deforestación global del planeta

Sociedad cultural 

En la investigación, definen a nuestra sociedad como “económica”, entendida como aquella en la que “se favorecen los intereses de sus componentes con poca o ninguna preocupación por el ecosistema que los alberga”. Algo de cuyas consecuencias son “claro ejemplo los acuerdos internacionales sobre el cambio climático. El acuerdo sobre el clima de París es, de hecho, el último ejemplo de un acuerdo débil debido a su fuerte subordinación a los intereses económicos individuales de los países. En contraposición a este tipo de sociedad, puede que debamos definir otro modelo, una sociedad cultural que, de alguna forma, favorezca el interés del ecosistema por encima de los intereses individuales de sus componentes y sea acorde con el interés común”.  

El mensaje final de Bologna y Aquino es poco alentador: “En conclusión, nuestro modelo muestra que un colapso de la población humana, debido al consumo de recursos, es el escenario más probable de la evolución dinámica, según los parámetros actuales [...]. Nuestros cálculos muestran que, si mantenemos el actual ritmo de crecimiento de la población y consumo de recursos, en particular el consumo forestal, nos quedan unas pocas décadas antes de un colapso irreversible de nuestra civilización”.