“Ni las empresas cotizadas, ni la Administración General del Estado, ni la Universidad alcanzan en sus puestos de máxima responsabilidad el nivel de paridad de género que se registra en las organizaciones del Tercer Sector”. Son datos de la Fundación Lealtad, que lleva 12 años estudiando la evolución del papel de la mujer en el tercer sector, especialmente en su liderazgo.

Hemos hablado con su directora general, Ana Benavides, para que nos cuente si es verdad que las mujeres lideran el Tercer Sector. Alerta por spoiler: sí que lo es.

Benavides habla con la solvencia de quien conoce la trayectoria del sector y, además, ha hecho los deberes. Huye del lenguaje manido de la temática feminista y suena más a primera ejecutiva de multinacional que a activista reivindicativa.  

Un 44% de las ONGs están lideradas por mujeres

¿Qué medís en el estudio?
Medimos el liderazgo de las mujeres en el Tercer Sector en dos niveles: de órgano de gobierno, es decir, número de mujeres en las juntas y patronatos de las organizaciones; y las presidencias y las directoras generales.

Con eso tenemos una idea muy afinada de cuál es la presencia de las mujeres en las ONGs a nivel de alta dirección y de órgano de gobierno.

En el equivalente al consejo de administración de una empresa, la presencia femenina es del 48%

Y, ¿estamos bien?
Estamos muy bien. Básicamente, hay un 44% de las ONGs que tienen el sello de Dona con confianza, que están dirigidas por mujeres. Si miramos en órganos de gobierno -para que nos hagamos una idea, junto a patronatos correspondería con el consejo de administración de una empresa-, ahí estamos en el 48%.

Si lo comparamos con las empresas cotizadas -que no tiene nada que ver, pero tenemos que compararnos con algo- en los consejos de administración estamos en el 32%. O sea, que la diferencia es muy fuerte.

A nivel de dirección general, un 54% están dirigidas por mujeres. Están por encima de los hombres.

En los últimos años, el liderazgo femenino ha crecido un 14%

¿Es algo coyuntural o una tendencia?
Es una tendencia al alza, como en todos los sectores. Aunque el tercero partía de una posición más equilibrada. Pero hay que matizarlo un poco, porque el Tercer Sector es eminentemente femenino. Hay un 70% de la plantilla que son mujeres. Por tanto, es verdad que estamos en paridad, pero también lo es que hay muchas más mujeres que hombres y todo esto hay que ponerlo en la balanza.

Aun así, va a más. Si miramos los últimos doce años, en 2012 estábamos en presencia en órganos de gobierno en el 34%. Ha subido una barbaridad [14%].

¿Qué aportan las mujeres a estas organizaciones?
Aportan flexibilidad, otro punto de vista y, sobre todo, enriquecen. También en una organización compuesta únicamente por mujeres, un hombre aporta otro punto de vista distinto. Es muy buena esta diferencia de formas de pensar, que enriquecen la organización bajo todos los puntos de vista.

Por otro lado, la mujer es más multitarea y es más comprensiva, busca mucho la flexibilidad porque conoce la carga familiar que solemos tener. Como directora, dices: que el trabajo se haga y se haga bien, pero vamos a intentar ayudarnos entre todos para compaginar nuestra vida personal con el trabajo. Y creo que en eso somos especialmente sensibles, porque lo solemos vivir en nuestras propias carnes. Y tenemos mucha empatía. Pero muchas de estas cosas dependen más de la persona que del género.

O sea, que estamos en el buen camino
Es verdad que estamos cerca de la paridad, con ese 48%, pero si miramos el tipo de organizaciones sí hay diferencias. Los hombres suelen dirigir las más grandes, con unos 7 millones de euros de media y las mujeres de algo más de 3 millones. Es una diferencia enorme y, en ese sentido, estamos mucho más lejos de la igualdad.

Hay muchas más al frente de asociaciones, que de fundaciones. Ahí hay otra diferencia. Y hay más al frente de acción social, que de cooperación al desarrollo. También hay más en organizaciones más jóvenes, del siglo XXI, que del siglo XX.

¿A qué crees que se debe?
La mujer es muy generosa, tiene mucha empatía
, ha tenido -y por eso creo que hay muchas presidentas y en acción social- muchas veces el rol de cuidadora. Y eso ha acabado derivando en cada vez meterse más en el tercer sector.

Es un acto de generosidad, quieren poner su grano de arena en ayudar a tener un mundo mejor y lo hacen, en vez de trabajar en otros sectores en los que probablemente ganarían más dinero, quieren hacerlo en el tercero porque quieren ayudar a las personas. En muchos casos, cambian tener unas condiciones más interesantes por poder ayudar.

Este año, por primera vez, hemos definido el perfil de mujer presidenta y en los órganos de gobierno. La primera, suele tener entre 55 y 65 años, estudios universitarios, que lleva más de 15 años en la organización -lo que demuestra el nivel de compromiso-.

En el caso de las presidentas de asociaciones de acción social, un gran número de ellas son familiares de beneficiarios. Esto quiere decir que se han encontrado con un problema en casa, con una discapacidad, una enfermedad… y no solo se han ocupado en su propia casa de abordar este problema, sino que han detectado que otras familias y otras personas se encontraban en esa situación y han querido ayudar. Se han metido en la asociación, han crecido con ella y han terminado como presidentas. Conocen muy bien la problemática y eso es un gran valor. Pero lo importante es que, en vez de quedarse con su propio problema , lo asumen y además ayudan a los demás. ¿De dónde sacas la fuerza, el coraje y la generosidad para hacerlo? Me parece muy loable.