Hernán Zin me recibe en el salón de su casa. En las paredes, los carteles de muchos de sus documentales, testigos mudos de una vida en la que ha habido sitio para todo, excepto para la cobardía o el acomodamiento. A Zin solo lo puede callar una persona: Zin. Y esos silencios son las cicatrices que nos quedan para atisbar lo que ha visto y lo que esas experiencias han tenido en su cabeza y en su alma.  

Lo ha hecho todo en el mundo del periodismo de guerra y de los documentales. Lo que no ha podido llevar a una pantalla, lo ha escrito y publicado en libros. Zin puede parecer un personaje salido de una novela o una película de Hollywood, pero es tan real como las historias que documenta. 

Nacido en Gaza

Si sacamos de la historia reciente todas las imágenes, el mundo no habría evolucionado lo mismo 

Derecho humano 

Le llevo unos dulces argentinos, para que le entre morriña y se queja: “¡Cómo me haces esto!”. Me prepara un té, se sienta y me cuenta sus proyectos: seis documentales este año, nada menos, con su nueva productora, Docland.  

Le comento que el 27 de octubre es el día internacional de la herencia audiovisual. Una iniciativa de Naciones Unidas que este año califica a los documentales de “ventanas al mundo”. “Los archivos audiovisuales nos cuentan historias sobre las vidas de las personas y las culturas de todo el mundo. Representan una herencia de valor incalculable, que es una afirmación de nuestra memoria colectiva y una fuente valiosa de conocimiento (...). Nos ayudan a crecer y comprender el mundo que compartimos”, afirman desde la ONU.  

Conservar todo el patrimonio audiovisual es una labor de derechos humanos, porque el acceso a la información es un derecho humano 

Un mundo distinto 

Una visión muy parecida a la de Zin. “Si sacamos de la historia reciente de la Humanidad todas las imágenes, como los tanques de la plaza Tiannanmen o la niña quemada en Vietnam, el mundo no habría evolucionado lo mismo. De hecho, si vivimos en un mundo con muchas menos guerras que antes, es porque hay mucha más información”, explica.  

Por eso, cree que este día internacional es de la máxima importancia: “Conservar todo el patrimonio audiovisual es una labor de derechos humanos, porque el acceso a la información es un derecho humano”. 

Nadie va a poder negar el impacto de esos 400 niños que murieron en Gaza, porque hay ocho que te lo cuentan 

Para la posteridad 

Él, además, es de quienes no se han quedado en palabras y han hecho lo que está en su mano: “En Docland lo tenemos clarísimo y creemos que documentales como Nacido en Gaza, Nacido en Siria o La guerra contra las mujeres son documentos en vivo y en directo de problemas, que quedan para la posteridad”. 

Una labor que tiene una relevancia mayor que nunca, en un mundo en el que las noticias falsas y sin contrastar pululan por las redes. “La guerra de 2014 en Gaza vista a través de ocho niños queda para siempre. Nadie va a poder negar el impacto de esos 400 niños que murieron, porque hay ocho que te lo cuentan. Y, en ese sentido, son hitos que hacen que la Humanidad evolucione”, afirma categórico. Y añade: “Lo audiovisual es más potente y humaniza más”. 

Gente secuestrada, gente muerta, gente mutilada entre los reporteros y los realizadores de documentales, pero le da un sentido a mi vida 

Coste físico y psicológico 

Su trabajo no ha sido un camino de rosas nunca. Para empezar, en el plano puramente profesional: “No te ponen fácil acceder a ningún lugar porque -lógicamente-, cuando se cometen barbaridades, nadie quiere que las veas”.  

Pero también tiene “un coste psicológico enorme, como cuento en Vivir para contar; con un coste físico y de seguridad, como también se refleja en esa película: gente secuestrada, gente muerta, gente mutilada entre los reporteros y los realizadores de documentales. Pero vale la pena, le da un sentido a tu vida, por lo menos en mi caso”. 

Estoy convencido de que esas imágenes que vemos nos ayudan a comprender que la guerra no es el camino 

Superación  

Esa es, a su juicio, la clave para superar todas las dificultades: “Tesón, amor y compromiso con lo que uno cree que es un trabajo que ayuda mínimamente o que al menos intenta ayudar a cambiar el mundo”.  

Por su parte, cree firmemente que los documentales tienen un impacto en la sociedad: “Estoy convencido de que esas imágenes que vemos de la guerra de Vietnam, de la guerra de Siria, nos ayudan a comprender que la guerra no es el camino por ejemplo”.  

Y esa es la principal motivación para seguir adelante. “Entrar ahí y contarlo y jugarse la vida lo haces por muchas razones pero, en mi caso, principalmente por eso, porque si vemos estas barbaridades, probablemente el mundo no las quiera repetir”, razona.  

Ahora estamos trabajando en 2020, que es una película documental sobre el Covid 

2020 

Incluso en una situación como la actual, ha conseguido lo que no ha conseguido nadie más: “Ahora estamos trabajando en 2020, que es una película documental sobre el Covid. Hemos estado semanas en UCIs, en ambulancias, hemos tenido un acceso que ninguna otra persona ha tenido. Y la idea es que la gente pueda ver lo que no pudo ver al estar confinada. Que quede un documento”. 

A Zin se le iluminan los ojos cuando habla de un proyecto nuevo o que tiene entre manos, sea el que sea. Y contagia las ganas de ver el resultado final: “El relato avanza día a día del primer estado de alarma. Son 60 jornadas de rodaje y queda para la Historia todo lo que vivimos: los controles policiales, los ancianos muertos saliendo de las residencias, las UCIs desbordadas... Todo lo he documentado en esta película, 2020, y creo que es muy importante que quede ahí, para aprender de los errores, para valorar lo bueno y para que las generaciones futuras puedan acordarse de este año tan nefasto. Por eso el título”. 

Salimos juntos de su casa, él hacia su furgoneta de kite-surfer y yo hacia mi coche. Y, aunque asegure que le gustaría “irse a Tarifa y olvidarse de todo”, algo me dice que no sería capaz, porque en cuanto se enterase de alguna injusticia, haría las maletas, agarraría una cámara y saldría corriendo para que quede constancia de aquello que muchas personas no quieren que se sepa.