Jonás Sarasa es el director de Tecnología de iGLS, un laboratorio especializado en biología molecular, genética y reproducción humana. Un campo de la medicina en el que la inversión en investigación está condicionada por factores que pueden suponer una rémora en el desarrollo de soluciones para las personas y parejas con dificultades para quedarse embarazadas, pero no solo para ellas.

Su perfil es uno de los que hemos visto tantas veces en proyectos de éxito en campos relativamente nuevos y, en especial, en el de la salud: una mezcla de conocimiento científico y del negocio. Es doctor en Biología celular y Genética y cuenta con más de 15 publicaciones revistas científicas de prestigio internacional, pero también codirige un laboratorio que ofrece soluciones reales a pacientes.

Hemos hablado con él para que nos explique cuáles son las peculiaridades de esta especialidad que, en muchas ocasiones y por diferentes motivos, pasa más inadvertida y recibe menos fondos de lo que sería deseable y necesario.

Jonás Sarasa, en su laboratorio
Jonás Sarasa, en su laboratorio

¿Por qué es tan importante la investigación en la reproducción asistida?

En primer lugar, porque hay un recorrido muy amplio para conseguir una efectividad mucho mayor de los tratamientos y, en segundo, porque hay un porcentaje de parejas en las que ni siquiera se identifica el motivo de su infertilidad. Son datos que ponen sobre la mesa la necesidad de investigar para entender bien qué es lo que está produciendo la infertilidad en la pareja; y, además, investigar para -una vez identificada esa patología o esa causa- identificar métodos de diagnóstico y tratamientos.

Esos dos factores lo convierten en un campo muy atractivo en el que es muy necesario que haya investigación y desarrollo.

Solo el 30 por ciento de las parejas se quedan embarazadas en el primer ciclo de reproducción asistida

¿A qué retos nos enfrentamos en vuestro campo?

Hay dos aspectos fundamentales, como decía. Por un lado, no son tratamientos muy eficaces. De hecho, solo el 30 por ciento de las parejas se quedan embarazadas en el primer ciclo de reproducción asistida; y esto, en cualquier otro tipo de enfermedad sería una tasa de éxito bastante baja.

Por otro, se ha determinado que en un 30-40 por ciento de los casos -según los estudios- las causas son por factores femeninos, otro porcentaje similar, por factores masculinos; y hay un porcentaje que está alrededor de un 20-22 por ciento de pacientes que son idiopáticos: no se sabe la causa de su infertilidad.

¿Qué se podría conseguir con más financiación a la investigación?

La genética y la biología molecular son herramientas que nos pueden ayudar a identificar cuáles son los factores biológicos que están detrás de esa infertilidad y para diseñar herramientas que nos permitan diagnosticar la infertilidad.

Pero, ¿cómo se financia la investigación ahora mismo?

Hay una investigación básica que sí cuenta con financiación pública. Pero luego hay mucha investigación aplicada, como podría ser desarrollar un método de diagnóstico para algo que ya sabes que quieres diagnosticar -se llama traslacional-, que te abre puertas para hacer menos diagnóstico. Esta sí se hace con inversión privada, no solo en España sino en el mundo entero.

En Estados Unidos hay mucha más comunión entre la inversión privada y la pública

¿Hay algún modelo que funcione?

En Estados Unidos, como hay mucha más comunión entre la inversión privada y la pública, es común ver publicaciones realizadas por empresas privadas en revistas muy potentes desde el punto de vista de impacto científico, como pueden ser Nature o Science, en las que el primer autor y el último -que suelen ser quien ha realizado la investigación y quien la ha dirigido- son de universidades como Stanford, Harvard… Han accedido a los datos clínicos que tenemos las empresas, pero se apoyan en personal que tiene un conocimiento extra de análisis de datos. Eso sucede en nuestro campo muchísimo, la investigación traslacional aplicada se hace en empresas privadas. La básica, es más complicada.

A día de hoy no se ha visto la infertilidad como un problema social en nuestro país

¿Por qué no hay más inversión pública en este tipo de investigación?

Es necesaria una inversión muy grande. Y esos presupuestos los puedes aplicar también a la oncología o al diagnóstico en general. son equipos costosos y un área de conocimiento relativamente nueva, desde el punto de vista clínico.

Yo creo que lo que ocurre en España con la reproducción asistida en la sanidad pública es que tiene muy determinada qué tipo de tratamientos se pueden hacer y por eso hay mucha inversión privada, tanto desde el punto de vista de negocio, como para investigación. En ese aspecto concreto es positivo, porque en este país a veces no hay mucho incentivo a la investigación privada, comparado con Estados Unidos o Reino Unido.

La economía marca mucho. A lo mejor a día de hoy no se ha visto la infertilidad como un problema social en nuestro país. En Israel se financian muchos tratamientos de reproducción asistida para familias monoparentales porque hay un interés político muy potente de que tengan hijos. Eso aquí no sucede. Para que cambiara sería necesario que se diera otro valor, también económico.

La reproducción asistida no está cubierta como debería dentro de la Seguridad Social

¿No le estamos prestando la debida atención?

La infertilidad es una patología que muchas veces se vive incluso en silencio. Las parejas se ven con una especie de estigma social y no lo cuentan. Está como escondida. Cuando nuestros abuelos tienen enfermedades neurodegenerativas son un problema constante. El cáncer es un problema muy latente, porque uno de cada tres podemos sufrirlo potencialmente. Al final, la inversión pública depende de los políticos. Supongo que por eso la mayoría de la inversión se hace en cáncer y en enfermedades neurodegenerativas

La reproducción asistida no está cubierta como debería dentro de la Seguridad Social. Pasa en España y, por ejemplo, en Reino Unido, que son dos países con una salud pública muy potente. Pero entiendo que la lectura que se hace de ella, a pesar de que demográficamente sería interesante, se prefiere invertir en otras patologías, como es el cáncer o enfermedades infecciosas.

¿Quiénes son vuestros pacientes?

La genética puede aportar soluciones no solo a parejas que no son fértiles, sino a muchas otras.

A partir de algunas investigaciones se vio que la reproducción asistida también se podía utilizar para dar una oportunidad a aquellas parejas portadoras de una enfermedad genética. En 1991, se diagnosticó a un embrión al que a los tres días se le extrae una célula, se analiza si tiene la enfermedad y, si no la tiene, se transfiere el embrión. Hasta ese momento, si se te diagnosticaba una enfermedad genética, podías decidir no tener hijos, adoptar o, una vez embarazada, hacer un test prenatal para ver si el feto es portador o no y, si lo es, abortar. Se vio que con este diagnóstico genético preimpantacional podíamos ahorrar el mal trago de tener que abortar.