Gonzalo Escarpa es gestor cultural y escritor. Además, dirige La Piscifactoría, un colectivo de creadores unidos para generar todo tipo de actividades culturales, desde talleres hasta eventos. Últimamente han tenido que cambiar su sede en el madrileño barrio de Malasaña por el mundo digital, pero eso, lejos de frenarlos, les ha abierto las puertas a una audencia que está en cualquier lugar del planeta. Como ha sucedido con L de Lírica, una iniciativa desarrollada en colaboración con Ámbito Cultural de El Corte Inglés que ha visto cómo ampliaba su impacto a Latinoamérica y otras regiones del globo.

Sueña con asistir a obras de teatro desde el salón de su casa, vestido con un “traje extraño” y con todo tipo de sensores y pantallas, implantadas incluso en la propia retina. Hablamos con él de tecnología en la creación artística para que nos explique cómo será ese futuro que se está diseñando en el momento actual.

La Piscifactoría ha cambiado el formato de sus cursos y talleres a digital

La Piscifactoría ha cambiado el formato de sus cursos y talleres a digital

Las máquinas han afectado siempre a los creadores

¿Ha cambiado mucho el proceso de creación la tecnología?
Las máquinas han afectado siempre a los creadores, hemos usado determinadas herramientas que estaban a nuestro alcance. En el caso de la poesía, por ejemplo, Garcilaso utilizaba la fídula y la zampoña. Un poeta a día de hoy utiliza un Mac, un procesador de voz y un Vocoder.

Lo que es verdad es que estas herramientas se han democratizado muchísimo, que cualquiera puede tener un estudio brutal en su casa por muy poco dinero y que internet ha dado la posibilidad de acceder a todo tipo de plugins y cacharros maravillosos con los que trabajar. Pero siempre ha sido así. En el siglo II antes de Cristo, un señor llamado Simias de Rodas empezó a hacer caligramas, porque escribía poesía encima de unas ánforas. Es decir, la herramienta determinaba la forma, que es lo mismo que sucede ahora.

El proceso de creatividad sigue siendo el mismo. Todo ha cambiado para que nada cambie

¿Y a los géneros y formatos?
Estamos empezando a ver fórmulas híbridas muy desarrolladas. Primero hablamos de multimedia y ahora hablamos de transmedia. Lo de media no ha cambiado nunca, siempre hemos estado en relación con nuestro medio. Lo que pasa es que ahora mismo las herramientas son muy avanzadas. Podemos hacer síntesis de voz, o -como hizo La Fura dels Baus hace poco- una obra de teatro con intervención del público a tiempo real a través de su teléfono móvil. Pero todo son excusas para activar el proceso de creatividad, que sigue siendo el mismo. Todo ha cambiado para que nada cambie realmente.

Veo a un poeta recitando con un deejay y recuerdo perfectamente a los románticos haciendo lo mismo con un pianista. Estamos hablando de expresión y comunicación con todas las herramientas a nuestro alcance.

Lo importante sigue siendo la curiosidad

¿Qué es lo más importante?
Lo importante sigue siendo la curiosidad. Y, guiados por ella, podemos llegar más lejos que antes. El consumo cultural ha cambiado por completo. Ahora, con el Covid, han surgido por lo menos dos importantísimas plataformas para la música. Con la literatura, el spoken word y el storytelling no están tan desarrollados todavía, pero sí están empezando a reunirse los creadores, los colectivos, empezando a crear más red que nunca para ofrecer diferentes formatos. Ahí sí creo que ha cambiado todo y cambiará.

Antes el mundo cambiaba cada cien años y ahora cambia cada diez meses -y ya me he pasado- [risas]; cada tres cambia todo.

¿Cómo ves el futuro?
Igual que hemos aprendido todos vertiginosamente a utilizar la videconferencia, imagino que va a haber unas herramientas tecnológicas de inmersión que nos vamos a quedar muy locos. Vamos a flipar con la creación de interfaces tridimensionales de autoconsumo. Las famosas gafas de realidad virtual, que nunca nos las hemos tomado muy en serio, sí van a empezar a funcionar y vamos a poder ver obras de teatro inmersivas con contacto directo de alguna extraña manera con los actores.

A muchos no les gustará, pero tenemos que estar a favor y entender que es imparable y ofrece muchas posibilidades. ¿Cómo será un teatro inmersivo desde tu propia habitación? Tiene ventajas, yo en ese sentido no soy nada romántico, no creo que la piel sea imprescindible.

No todo serán cacharros...
Nos vamos a tener que acostumbrar a convivir con un mestizaje entre lo que había antes y lo nuevo. En el caso de la Literatura, es la menos afectada, porque seguiremos escribiendo, seguiremos publicando.

Me consta que los artistas están buscando soluciones. Los creadores, por el propio concepto de crear, no van a parar nunca. Cada problema que surja va a tener miles de soluciones. Porque la creatividad también es encontrar una solución diferente a un mismo problema.

¿Qué es en realidad La Piscifactoría?
Somos un colectivo de creadores que consideran que es fundamental compartir conocimientos en determinadas materias. Nos enfocamos en la creatividad aplicada a diferentes ramas. Todo lo que tenga que ver con la creación.

Nos interesa el arte expandido, que se sale de cómo son los cuentos, el teatro o la poesía. Los géneros. Las fronteras de los géneros ya no funcionan, por eso intentamos estar atentos a las últimas manifestaciones.

Está pensado como una universidad, en el sentido de que nos interesa cualquier formato disponible: seminarios, talleres, cursos, eventos… Ofrecemos talleres de creación en general, enfocados principalmente a Literatura y Teatro pero también hay uno de Photoshop, dos de poesía, uno de relato, uno de dramaturgia y uno de guion de cine. Incluso tenemos de ecología, sobre huertos urbanos o legislación en torno al medioambiente.