¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Detroit: Become Human supone una experiencia única. Una inmersión en un futuro distópico en el que los androides son usados como mano de obra en aras de la comodidad del ser humano. Sin embargo, comienzan a despertar de su letargo y la consciencia se erige. ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Está preparada la sociedad humana para compartir el mundo con estos seres artificiales?

David Cage ha vuelto a hacerlo. En su particular estilo, difícil de dejarte indiferente, consigue crear una aventura gráfica en la que por momentos uno se siente dentro de una película. Este hecho no significa reducir la historia a una simple inmersión; la jugabilidad e interacción son un valor añadido que consigue potenciar el valor total del videojuego. En comparación a lo anteriormente creado por David Cage, con Detroit: Become Human observamos más parecido con Heavy Rain que con Beyond: dos almas, partiendo de la base, que el título a analizar resulta único.

Es imprescindible destacar el sentido hiperrealista, tanto en el sentido gráfico como en la credibilidad de la construcción de la historia. Los gráficos merecen un punto y aparte. Quantic Dream ha creado un mundo con gran apariencia real, en el que por ejemplo, el rostro de los personajes, rozan la perfección. Y esa unión de gráficos con credibilidad del desarrollo de la historia, junto con el sentido profundo de las conversaciones, hace que la empatía con los propios personajes sea especial, como nunca antes se ha visto.  El audio también merece ser mencionado ya que cada personaje tiene un tipo de música diferente, fácil de atribuir a la personalidad de dicho protagonista. La creación de la banda sonora, además, pone los pelos de punta.

Al jugar a Detroit: Become Human, queda claro el poder de tus actos y las consecuencias de éstos. Resulta un desafío enorme el hecho de saber que cada una de las respuestas puede salvar o no una vida. Definir un destino u otro. Tener en tu mano el devenir de un personaje te obliga a ser realmente ágil a la hora de pensar qué decisión es la correcta, ya que, un simple error, puede suponer un desenlace fatal. 

Otro aspecto interesante es el valor cinematográfico del título. La percepción de viajar junto a los protagonistas como si de una película se tratara. Una película cuyo guión está marcado por nuestras decisiones ya que, la inmersión permite adquirir al jugador el papel de guionista. A través de las opciones que elijas se va definiendo la historia cual tela de araña.

También resulta especial la profundidad moral y la importancia del valor humano. Es innegable la capacidad de empatizar con nuestros iguales pero también con los diferentes. Porque el mundo está plagado de androides. Máquinas perfectas cuyas diferencias con la raza humana resultan prácticamente imposibles de ser detectadas a simple vista. Detroit: Become Human no deja de ser una metáfora sobre el racismo y la esclavitud. Pero esta concepción política del juego la comentaremos más adelante.

En tal distópico mundo, podemos observar dos opciones ante la aparición de los androides. Una es empatizar con el levantamiento de los llamados “divergentes”, aquellos androides que encuentran una revelación en aras de su independencia. Aquellos que consiguen emanciparse de su existencia alienada y empezar a luchar por su libertad. En el momento en el que adquieren conciencia, ¿deben ser ya tratados como humanos?¿Hay que regular sus derechos? Frente a esta posición encontramos a aquellos humanos que ven a los androides como simples máquinas a su servicio. Como meros esclavos. Además, muchos les ven como maquinas que quitan el trabajo al ser humano. Es imposible no pensar en el movimiento ludista, la xenofobia y el racismo.

En este Detroit, año 2038, nos encontramos en un mundo previo a lo que puede ser el apocalipsis. Si en Horizon estamos en un planeta Tierra reconstruido tras la destrucción por culpa de la voracidad y egoísmo de un empresa técnologica, en Detroit: Become Human tenemos a una que está a punto de perder el control y provocar el fin de la humanidad: Ciberlife

Los personajes

Marcus: Este personaje representa la divergencia más absoluta. Encontrar a través de la violencia la emancipación del androide. Morir y resucitar de entre los muertos para alcanzar la salvación de su especie, en una clara métafora del Cristianismo y Jesucristo. Marcus es un persoanje expeditivo, con ganas de venganza y luchar por lo que el considera justicia.

Connor: La aparición del detective otorga la posibilidad de aventurarnos en una historia puramente detectivesca. La forma de encarar la investigación no se hace tediosa debido a las diferentes posibilidades que ofrece cada una de ellas. Además su personalidad perfeccionista, te obliga a querer resolver cada caso sin dejarte nada atrás. La relación con su compañero Hank, especial, entre todos.

Kara: Una androide dulce y servicial. Pero su carácter divergente, despierta. Por salvar a Alice de su padre, violento y drogadicto. Dispuesta a matar y robar bajo una digna razón: Salvar a Alice. ¿Qué hay más puro que enfrentarte al mundo por salvar el corazón de una niña?

Geopolítica en el Detroit de 2038

El mundo de Detroit: Become Human lo define Ciberlife. Esta empresa ha llevado la fabricación de androides a todos los ámbitos de la vida. El mundo militar y espacial ha sido invadido por robots, al igual que la vida diaria, deportes, burocracia. Incluso animales. Una de las cosas más interesantes del videojuego es poder conocer sobre el mundo a través de los medios de comunicación. Por nuestro camino, encontramos televisiones y revistas que nos cuentan el desarrollo de los eventos geopolíticos que giran a nuestro alrededor. Podemos intuir una inminente guerra mundial entre Rusia y Estados Unidos, por el control del Polo Norte y la relación entre la presidenta de EEUU y su homónimo ruso. También observamos la crisis laboral a nivel mundial provocada por la aparición de los androides y los consecuentes movimientos contrarios. Un hecho que ha generado un movimiento fascista que recuerda al Ku Klux Klan y diferentes grupos supremacistas. La metáfora sobre la raza negra y los latinos con los androides resulta evidente. También, la cantidad de populación mundial, que llega hasta los 10.000 millones de habitantes y la falta de recursos para sostener al planeta tal y como predijo Malthus. A pesar de que estos aspectos no están dentro de lo estrictamente jugable, sí suponen una característica que potencia el sentido del juego y la respuesta al mundo que nos rodea.

Detroit: Become Human y la cultura popular

Las referencias del título con creaciones culturales son incontables. En primer lugar, resulta muy fácil acordarse de Blade Runner, basada en la obra de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?. En ella observamos a un grupo de replicantes rebeldes contra el ser humano (divergentes en Detroit), que tras adquirir conciencia sobre su existencia luchan por su independencia sobre el ser humano. Además, el personaje del detecitve Connor es similar al Harrison Ford (Rick Deckard), un androide superior encargado de cazar divergentes. Las leyes de la robótica de Isaac Asimov y la ruptura de dichas leyes es evidente. Basta con leerse diferentes cuentos del autor americano de origen ruso para encontrar numerosos aspectos semejantes entre ambas obras. Desde la adquisición de conciencia de las máquinas de los androides, hasta la independencia de máquinas como coches, por ejemplo. En cuanto a títulos más actuales también observamos relaciones con series como Black Mirror o Westworld. También títulos cinemaotgráficos como I Robot, I.A o El Planeta de los Simios. También videojuegos como Horizon o Fallout 4.

CONCLUSIÓN

Detroit: Become Human resulta enormemente novedoso. Una mezcolanza de teorías de ciencia ficción, con espíritu cinematográfico llevado al mundo de los videojuegos. Una representación de la cultura distópica para ser jugada de forma inmersiva. Conversaciones profundas, personajes con un transfondo moral que hace poner en jaque nuestro sentido vital y un sinfín de posibilidades para ajustar la historia según tus decisiones. Definitivamente, Detroit: Become Human, no está hecho para todos los paladares. Sin embargo, si has llegado hasta aquí y todo lo contado te ha puesto los dientes largos, este es tu juego.

La obra cúlmen de Quantic Dream supera con creces todo lo publicado hasta la fecha y el estudio liderado por David Cage consigue poner al límite tu sentido de la ética además de disfrutar como mero espectador de las diferentes ramificaciones de una intensa historia. Unos gráficos brillantes y un sentido tanto estético como técnico que hace las delicias del jugador, sin entrar en lo tedioso.

Por otra parte, resulta emocionante ver despertar los sentimientos de un androide. Ver cómo adquiere conocimiento de su propia consciencia. Ver miedo, ira, amor o felicidad. Sentimientos tan humanos como el del suicidio o el miedo a la muerte, a dejar de existir. Preguntas tan existenciales como el quiénes somo y de dónde venimos. 

Pero por encima de todo, cabe destaca el poder que siente el usuario al crear a su forma el devenir de la historia y observar las diferentes opciones que existen. Poder manejar los acontecimientos de un mundo futuro que más allá de la simple jugabilidad esconde teorías y aspectos geopolíticos que a cualquier amante de la ciencia ficción, la historia y la política, llegará a entusiasmar.