La deuda pública española ha superado por primera vez en un siglo el 100% del PIB, como lo atestiguan los datos del Banco de España que ponen de manifiesto que entre enero y marzo las administraciones públicas acumularon una deuda de 1,095 billones de euros.

Aunque la cifra de PIB nominal definitiva del mismo periodo todavía no se ha hecho pública, los datos oficiales preliminares señalan que había avanzado el 0,8% con respecto al último trimestre del 2015 y que para que el PIB fuera superior a la deuda declarada ahora, debería haber superado los 280.000 millones de euros en el trimestre, lo que supondría haber avanzado un 2,2% con respecto al anterior trimestre y un 5,3% en comparación interanual.

Los niveles de deuda que alcanza España no sorprenden a las instituciones y organismos internacionales. De hecho, la Comisión Europea espera ya que este año la deuda termine en una tasa sobre el PIB del 100,3%, y que el año próximo baje hasta el 99,6%. El FMI, por su parte, es algo más optimista, y prevé que termine en el 99% del PIB y medio punto por debajo en 2017. El gobierno español, por su parte, maneja cálculos parecidos, creyendo que puede acabar este año con una tasa del 99,1% del PIB y llegar al 96% en 2019. En definitiva, al proceso de deuda se suma un contexto de menores tipos de interés y una economía española registrando un crecimiento medio del 2,8% este año, lo que permite aventurar que la ratio de deuda sobre el PIB debería reducirse en 2016 hasta el 98,2%, y al 97,2% en 2017.

Un par de días después de conocerse el dato del Banco de España, el Tesoro de España colocaba 1.970 millones de euros en Letras a tres y nueve meses a unos tipos que ahondan en los números negativos, marcando nuevos mínimos históricos, hasta el -0,349% ya en el plazo más corto. Y todo eso con incertidumbre política incluida.

En concreto, el Tesoro colocó 1.409 millones en bonos a 2019 con tipo marginal del 0,019% frente al  0,116% anterior, 560 millones a 2024 con tipo 1,166% y 484 millones a 2030 con tipo 2,059%frente al 2,65% anterior.

En todo caso, Francia en esos mismos días colocaba 2.982 millones de euros en bonos a 2019 con tipo medio -0,36% y 3.234 millones en bonos a 2021 a -0,15%, consecuencia de un incremento sensiblemente inferior al experimentado por España.

Aunque todo pueda resultar una ficción y consecuencia del famoso compromiso/amenaza del presidente del BCE, Draghi -“haré lo que sea necesario para sostener el euro”-, que se ha traducido en el lanzamiento del programa de compra masiva de deuda (QE) y en la rebaja de la facilidad de depósito —el tipo que el BCE aplica a los depósitos bancarios—, que se mueve en terrenos negativos ,  lo cierto es que España ha dejado de retribuir a sus acreedores a dos años al 6% en 2012, en pleno rescate financiero, para cobrarles en la actualidad a cero o casi.

Con esos niveles de deuda pública y esa caída de los costes de financiación de la misma, cabe preguntarse en qué medida resulta insoportable el nivel de deuda alcanzado por España, si se tiene en cuenta la estrecha relación entre déficit público y deuda pública y que, al menos, apunta a la existencia de un problema estructural al gastar más de lo que se ingresa, lo que nos lleva a un desiderátum de consecuencias indeseables.

Como señalan los clásicos, endeudarse no es malo, siempre y cuando se tengan activos que liquidar o se generen suficientes flujos de caja que puedan generar efectivo para el pago de los intereses y del principal. Las cifras apuntan a que España es un país cuya deuda pública se encuentra en línea con otros países de su entorno, en niveles equiparables a la media de la UE e inferiores a países como Francia Italia, aunque la estructura de las deudas no sea equiparable. De Japón, con una deuda que multiplica más de 2,5 veces su PIB, nos olvidamos.

Bajo estas premisas, la problemática de España se encuentra en la generación de flujos para pagar la deuda y los expertos señalan dos puntos débiles: economía sumergida y fraude fiscal, y desempleo.

En el primero de los casos, el impacto que tiene sobre la deuda pública se eleva hasta cerca del 25% del PIB, porcentaje que resta unos ingresos muy considerables al Estado para reducir el déficit o emitir menos deuda.

En el segundo de los aspectos negativos, los analistas consideran que el paro es una rémora para la generación de recursos para afrontar el pago de la deuda privada, muy enfocada a la deuda inmobiliaria, dada la preferencia cultural de los españoles a comprar en lugar de alquilar.

En definitiva, la deuda es una herramienta que todo el mundo utiliza, con independencia de su solvencia, y el problema viene cuando se abusa de ese instrumento alcanzando niveles insostenibles.

La sostenibilidad  aquí, como en todo,  cuenta y mucho.