La inflación subyacente está ganando mucha importancia con el paso de los meses. Así, más allá de la inflación general y de los datos del Índice de Precios de Consumo (IPC), los analistas económicos comienzan a incluir la variable subyacente en sus estudios. Esto se explica porque en diciembre de 2022, después de dos años, el valor subyacente se colocó por encima del IPC general y lo hizo, además, marcando valores históricos. A fecha de enero de 2023, la variable marca su valor más alto, un 7,5%, desde 1986. Ahora bien, qué es este indicador y por qué es los expertos le ponen tanta atención son las claves para comprender el punto en el que nos encontramos.

¿Qué es la inflación subyacente?

La inflación subyacente, de igual manera que la inflación general, es un indicador de tendencia o inercia de los precios de los bienes y servicios. Sin embargo, lo que diferencia una de la otra es que la inflación subyacente excluye de su cálculo la energía (electricidad, gasolina, gas, etc.) y los alimentos no elaborados (verdura, fruta, etc.). La exclusión de estos bienes y servicios no busca otra cosa que alejar al indicador de dos variables muy volátiles afectadas por las perturbaciones extremas y ajenas, como ha podido verse en el caso de la energía en el trascurso de la guerra de Ucrania.

Al quedarse excluidos estos dos grupos de bienes y consumo, el indicador busca recoger un resultado más real para las economías domésticas que, además, suele ser más permanente y generalizado. Así, el objetivo de esta figura estadística es reflejar la evolución de los precios desligada de eventos coyunturales o transitorios, permitiendo medir con mayor precisión los resultados de la política interna y la escalada de los precios tanto a corto como a medio plazo.

¿Por qué comenzó a usarse?

La inflación subyacente es relativamente reciente, ya que, comenzó a utilizarse en la década de los años 70. Lo que propició su definición fue la crisis energética de aquellos años, que propició la subida desmedida del crudo por los enfrentamientos entre los principales países productores. Situación similar a la que se está viviendo en este momento. Por este motivo se diseñó este indicador, excluyendo también los alimentos no elaborados, susceptibles también a elementos volátiles como una mala cosecha provocada por las injerencias climatológicas.

Por la exclusión de estas variables, muchas de las autoridades monetarias y bancos centrales prefieren poner su atención a este valor de cara a realizar políticas económicas, cuyos efectos se reflejan de forma más fiel a través de este indicador. No obstante, la ciudadanía sí se ve afectada por la energía y los alimentos no elaborados, pero este indicador subyacente, que actualmente está por encima en España de la inflación general, muestra que la crisis de precios no responde ya a la energía ni a este tipo de alimentos.