“No se puede estar en misa y repicando”, reza el refranero español, que no contaba con la figura de Antonio Garamendi. El presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ostenta con firmeza el bastón de mando de las patronales desde 2018 y su pretensión es seguir haciéndolo hasta 2030. Después de casi siete años al frente, el empresario vasco se ha ido encontrando piedras en el camino y las ha ido retirando una a una. La última de ellas ha sido Gerardo Cuerva, presidente de Cepyme hasta este martes.

Cuerva, que venía de presidir la Confederación Granadina de Empresarios, había llegado en 2019 a la dirección de la patronal de las pequeñas y medianas empresas, miembro principal de CEOE, como sucesor de un Garamendi que apoyó su campaña. Sin embargo, el presidente de Cepyme fue ganando relevancia y sus críticas públicas a algunas decisiones del mandamás no tardaron en llegar. Con un perfil mucho más duro y siguiendo posicionamientos de los sectores más neoliberales, el granaíno llegó a tildar la reforma laboral pactada entre Gobierno, sindicatos y empresarios de aceptación de “trágalas” y de “mal menor”.

Cuerva no detuvo sus críticas y se fue transformando en uno de los máximos detractores internos de Garamendi, al que exigía mucha más dureza y, en definitiva, no aceptar ninguna cesión para alcanzar acuerdos en el diálogo social. La tensión solo se alivió temporalmente con la recuperación del tono más duro e intransigente de Garamendi, que no obstante preparaba ya la sucesión de Cuerva al frente de Cepyme. Mientras, voces empresariales apuntan que Cuerva se planteaba dar el salto y pelearle la presidencia de CEOE en 2026.

Todo estalló por los aires a comienzos de 2025, cuando salió a luz que Garamendi le buscaba sustituto a Cuerva para liderar las pymes. La elegida fue Ángela de Miguel, presidenta de CEOE-Cepyme Valladolid, y la balanza se ha decantado del mismo lado de siempre. Garamendi llegaba con prudencia a la Asamblea, pidiendo “unidad empresarial”. "Hay un proyecto que acaba, hay un proyecto nuevo, se presentan un par de candidatos, un candidato, una candidata, y ahora es cuando los socios, los electores, pues tienen que decidir”, deslizaba.

Cuerva llegaba confiado y con el cartel de favorito, más después de recibir el apoyo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien en los días previos elogió “su defensa valiente y real de la pyme española, ante todos y ante todo”. La baronesa del Partido Popular (PP) contraponía esta postura de Cuerva con el “silencio, comodidad y conformismo” de otros al frente de “instituciones y empresas". “Le deseo a Gerardo y a Cepyme lo mejor”, cerraba. Pero ni con el Messi del neoliberalismo español de su lado se ha podido llevar el gato al agua Cuerva.

Horas después, por la mínima y tras una campaña muy dura y descarnada, Garamendi salía victorioso del “día de la fiesta de la democracia” y de Miguel siendo la nueva líder de la principal organización de las que se integran en CEOE. "Yo, como representante de los empresarios de este país, sinceramente, darle la enhorabuena. Estoy encantado. Yo creo que vamos a tener una magnífica presidenta de Cepyme", apuntaba. “Es un nuevo momento, es un nuevo proyecto” y, sobre todo, “un avance”, concluía.

Garamendi, perro viejo

Garamendi ya se vio obligado en el pasado a capear los envites de algunas figuras importantes dentro del mundo empresarial, como el del presidente de la patronal catalana (Foment del Treball), Josep Sánchez Llibre, molesto por diferentes acuerdos alcanzados con el Gobierno en plena pandemia de la Covid-19, los cuales consideraba cesiones. El empresario vasco salió victorioso y revalidó para otros cuatro años su liderazgo al frente de CEOE, pese a los intentos catalanes de buscarle una sucesión.

Lejos de relevarle, el patrón de patrones salió más reforzado y en 2023 eliminó la limitación de dos mandatos que recogía los estatutos de la CEOE, evitando así que noviembre de 2026 fuese el ocaso de su liderazgo y evidenciando su intención de disfrutar de un tercer mandato de cuatro años. Esto no sentó bien en todos los sectores de la gran patronal y los rumores empezaban a apuntar a que Cuerva pretendía seguir el mismo camino que su predecesor y dar el salto al máximo nivel.

La competencia no es para menos, dado que el puesto de presidente de la CEOE viene acompañado de un jugoso sueldo anual de entre 380.000 y 400.000 euros, cuantía que tampoco existía antes de llegar Garamendi a la dirección, pero que el político vasco consiguió aprobar en una junta directiva de la patronal en 2023. Antes ya cobraba una cantidad de seis cifras, pero lo hacía como autónomo. Más allá de la cuantía, todo apunta a que el cheque seguirá reflejando los apellidos Garamendi Lecanda hasta el final de la década.

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