Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, ha presentado este jueves la actualización de la estrategia de la compañía de cara a los próximos tres años (2024-2027) una vez conocidos los beneficios obtenidos durante el año 2023. La apuesta es ambiciosa, pero el cumplimiento adelantado de la mayoría de objetivos planteados para 2025 ha obligado a la multienergética a marcarse nuevas metas. Tan solo la producción, debido a la desinversión y salida de múltiples países (Rusia, Ecuador, Malasia o Canadá), y el hidrógeno, en plena búsqueda de tecnología adecuada y rentabilidad, todavía no han alcanzado los parámetros fijados para 2025.

La capacidad de producción de combustibles renovables, la cantidad de clientes de electricidad, gas y digitales, la capacidad de generación renovable, el volumen de emisiones, los costes corporativos y la incorporación de nuevos socios son variables que Repsol ha alcanzado o superado dos años antes de lo previsto. Todo ello, ha puesto en valor Imaz, de la mano de la descarbonización y de la mejora de la retribución de los accionistas, cuyo dividendo efectivo se ha elevado hasta los 0,90 euros por acción en 2024 (+30%) y seguirá creciendo hasta alcanzar los 1,26 euros en 2027 (1,06 euros en el peor de los escenarios).

El crecimiento del 3% anual del dividendo efectivo irá acompañado de una distribución de entre un 25 y un 35% del flujo de caja operativo, superior al dividendo de caja que plantea la compañía. “Esta diferencia la utilizaremos para recomprar acciones”, ha explicado en consejero delegado. “Reduciendo número de acciones es una nueva subida de dividendo, se reparte más entre menos”, ha explicado más claramente. Con todo, Repsol estima que esta rentabilidad atractiva para el accionista, la “disciplina financiera” de la que ha hecho gala Imaz y la diversificación del negocio atraigan más inversiones.  

Repsol mantiene su negativa al impuesto a las energéticas

El consejero delegado ha reiterado la posición contraria de la compañía en lo que al impuesto extraordinario a las energéticas se refiere. “En impuesto que consideramos ilegal y lo seguimos recurriendo. Entendemos que es discriminatorio, que no es legal ni constitucional”, ha vuelto a repetir Imaz. No obstante, se ha mostrado abierto al diálogo y ha celebrado que la Comisión Europea y el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hayan señalado recientemente que es necesario abordar estos gravámenes.  “Esta casa tiene el diálogo abierto y siempre he tenido respeto institucional”, ha trasladado.

En esta ocasión, Imaz ha tirado de un ejemplo práctico para evidenciar lo que considera un sinsentido que propicia una desigualdad de condiciones entre competidores. Cable de alta tensión en mano, del que ha explicado que os componentes están fabricados en diferentes puntos de España, ha comenzado su explicación. “Si alguien invierte en España y crea empleo industrial en España tiene que pagar un gravamen en España. Sin embargo, aquel que no produce en España porque lo hace en el extranjero, lo importa por los puertos de Bilbao o Barcelona y lo mete en España no paga nada”.

“¿Hay alguien que pueda sostener con la mirada alta que esto es social?”, se ha preguntado irónicamente. En esta línea, Imaz ha reiterado en la inconstitucionalidad e ilegalidad que supone para Repsol este gravamen “que castiga al que invierte y produce en España y favorece al que crea la riqueza en otro país”. No obstante, también ha apuntado a instancias mayores y ha instado a la Unión Europea a repensar una estrategia “más inteligente” que no deslocalice la riqueza, el empleo y la producción y favorezca a terceros. “Condiciones de estabilidad fiscal y una regulación clara” han sido las peticiones de Imaz.   

La descarbonización en el centro

La descarbonización ha ocupado un lugar central en el discurso del consejero delegado, que ha explicado que una de las mayores apuestas de Repsol será la inversión de entre 16.000 y 19000 millones de euros netos durante los próximos cuatro años, destinando más del 35% a proyectos con emisiones bajas en carbono. “Hemos bajado las emisiones absolutas de 25,4 millones de toneladas de CO2 a 14, un 42% menos”, ha puesto en valor Imaz, que ha jugado con la comparativa entre una compañía como Repsol y una pequeña papelería. “Descarbonizar cuando se gestionan refinerías es algo más difícil, estamos ante un reto”, ha bromeado.

La dificultad de las líneas definidas no preocupa a la compañía, que se ve capaz de cumplir los nuevos objetivos planteados. “Tenemos una propuesta atractiva en el mercado, con un compromiso muy claro de retribución al accionista, un sólido balance financiero y una clara estrategia de mantenimiento del rating. Esta compañía va a crecer y va a crecer en flujo de caja, en términos homogéneos”, ha concluido Imaz, prometiendo “una apuesta muy importante” por la transformación y la generación de empleo industrial “Apostamos por la industria, que es muy sólida y tiene palancas para nuevas formas de transformación”.