Las correlaciones entre los mercados de valores mundiales son altas debido a la globalización de la economía y son los americanos los que suelen marcar la pauta de comportamiento.

Europa se desligó de esa correlación y comenzó el movimiento a la baja con anticipación, pero desde final de septiembre las acciones estadounidenses han sido castigadas con dureza en un movimiento que va a terminar resultando la caída mensual de mayor dimensión en los últimos diez años, las perdidas mas grandes desde el momento de inicio de la Gran Crisis.

El índice alemán DAX lleva perdido un 16% de su valor en los últimos cinco meses, nuestro IBEX registra mayores pérdidas, casi un 23% en el mismo periodo, pero a estas caídas se han unido las bolsas norteamericanas de una forma precipitada.

En tan solo un mes el índice tecnológico estadounidense Nasdaq registra un descenso de un 14%.

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Los datos fundamentales de la economía norteamericana, que son los que suelen marcar el ritmo al resto, siguen siendo positivos aunque dando ya muestras de ligera desaceleración y los resultados empresariales no han defraudado en su mayoría a las expectativas de los inversores, sin embargo un sentimiento de pesimismo generalizado comienza a extenderse en el mercado.

¿ Tiene algún fundamento este miedo de los inversores?

¿ Estamos presenciando una mera corrección o es el principio de un mercado bajista con pérdidas de mayor calado?

Si echamos un vistazo a las publicaciones de analistas y a los informes de los principales bancos de inversión, vemos que existen opiniones encontradas. Goldman Sachs considera el movimiento actual como una oportunidad de compra y Morgan Stanley, sin embargo, espera mayores pérdidas en el futuro próximo.

Incluso Donald Trump, que sigue con evidente interés y preocupación, sin duda, la evolución de los mercados, se atreve a opinar sobre el tema y en uno de sus habituales tweets dice que el abrupto movimiento bajista se trata de una “pequeña pausa” a la espera de los resultados de las elecciones. El comentario lo hace con interés electoral y supedita la recuperación de la bolsa a una victoria republicana.

Es un comentario simple que no tiene repercusión ni seguimiento entre profesionales, pero que sin embargo y de alguna manera tiene relación con la naturaleza o la raíz de la que nace este desplome de las bolsas. Eso sí, en el sentido contrario al que él indica,

La subida de los tipos de interés en Estados Unidos y el consiguiente mayor rendimiento de los bonos de Tesoro, la valoración relativa de algunas compañías que disminuye a medida que su cotización aumenta, el sobreendeudamiento de los consumidores en las dos grandes potencias mundiales, Estados Unidos y China son todas ellas razones esgrimidas para justificar un ajuste de las cotizaciones bursátiles.

Pero el desplome y la precipitación con la que se produjo la caída iniciada el pasado 4 de octubre en los índices americanos no se corresponde con un ajusta o una habitual toma de beneficios sino mas bien con una reacción de pánico. El pánico que provoca la perspectiva de un cambio radical de las normas que venían rigiendo la economía global y quizás la política hasta estos momentos.

Ese día, el 4 de octubre, el vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence durante un discurso inusualmente duro manifestó, refiriéndose a China, que Estados Unidos no se rendiría a las imposiciones que supongan una amenaza para su soberanía.

En el discurso relacionaba las medidas proteccionistas en el ámbito comercial adoptadas por su gobierno y la imposición de sanciones y aranceles a China con la necesidad de mantener la soberanía del Estado americano y afirmaba de manera expresa que no retrocederían ni un solo paso en este sentido.

Esta dura y comprometida relación entre los intereses comerciales y los principios fundamentales del Estado cambió la perspectiva de los inversores a la hora de valorar el conflicto y la cuestión que suscitó era la de si la pretensión de Trump es solo “disciplinar” a China en sus hábitos comerciales o va más allá de ello y trata de frenar el crecimiento del gigante asiático y hacerlo retroceder como potencia mundial.

El miedo al inicio de una nueva guerra fría se apoderó del ánimo de los inversores y fue el catalizador de una fenomenal pérdida, no presenciada desde hace una década.

Los efectos del enfrentamiento comercial son ya palpables a nivel global tanto en China como en Europa.

Como muestra podemos aportar lo que acontece en nuestro continente, donde el crecimiento del PIB del tercer trimestre, publicado el martes 30, mostraba un raquítico 0.2% siguiendo la débil senda que se inició a principios del año en curso tras el anuncio de las hostilidades comerciales.

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La confianza tanto la de los consumidores como de los inversores se derrumba y las expectativas de inflación disminuyen, el BCE se va a encontrar con serias dificultades para cumplir su propósito de finalizar el programa de compras de activos a final de año, dificultades a las que hay que añadir las causadas por el desafío creado por el gobierno populista italiano.

Pero si el objetivo de las acciones del gobierno Trump, van más allá del ámbito estrictamente comercial, como dio a entender su vicepresidente Pence en el discurso mencionado, aún siendo por si solas lo suficientemente graves como para producir un frenazo global de la economía y detener el alza de los mercados de valores, se quedarían en la categoría de anécdota en comparación con un enfrentamiento político equiparable al de la guerra fría.

A la espera de noticias al respecto y con el altísimo grado de inquietud que este hecho suscita en los mercados, se puede afirmar, en contra de la opinión de parte de los analistas, que no es el momento de invertir en los mercados de acciones.

En cierto modo acertaba Trump en su tweet al relacionar el resultado electoral en los próximos comicios americanos con la evolución de las bolsas, pero se equivocaba de lado. Solo una mejora en los resultados del partido Demócrata que pueda actuar como contrapeso al inquietante camino iniciado por el actual presidente ayudaría a aliviar el ánimo de los inversores y no lo contrario.