Una forma de distinguir a un mal periodista de un buen analista social es la incapacidad del primero de los dos para distinguir 'correlación' de 'causalidad'.

La correlación es la variación conjunta de dos variables en un determinado sentido, lo que implica una cierta relación positiva o negativa entre estas: cuanto más como, más veo a mi cuñada. Es decir, que a más generosas raciones, se producen más interacciones (semanales, mensuales, etc.) con la pareja de mi hermano.

Un mal analista, con prisas, y con mala leche, podría concluir con celeridad que a mi cuñada le gustan los gorditos y que, conforme me voy poniendo fino de potajes y postres voluntarios, más se consuma la traición a mi hermano. La gordura "causaría" una conducta familiar bastante oprobiosa.

Pero no. No es el caso. Para analizar una realidad, lo primero debe ser el análisis. Lo último, la conclusión. El titular, al final. Y no al revés, como está sucediendo demasiado a menudo.

Un verdadero observador podría haber recabado la siguiente información a poco que preguntara: conforme mi báscula vira a la derecha, mi necesidad de modificar mi indumentaria se incrementa, pues los botones de camisas y pantalones no aguantan más y el trasero de mis vaqueros comienza a parecer el de un matador de toros.

Esta necesidad imperiosa incrementa la frecuencia de interacciones con mi cuñada, sí.

Pero es que ella es dependienta de ropa en El Corte Inglés, y prefiero que me ayude, por su cercanía personal, y, de paso, que se lleve las pequeñas comisiones que redondean el escuálido sueldo de los trabajadores de estos grandes almacenes.

Que mi cuñada me vea más no es porque esté más gordo: ¡es porque quiero que me venda ropa más grande y ancha! ¡Y, probablemente, porque quiero ayudarla en sus condiciones laborales! ¡Porque quiero a mi familia! ¡Porque soy buena persona al fin y al cabo! ¿Por qué no poner todos estos titulares, algo menos morbosos?

Qué lejos quedan estas conclusiones, tan entrañables, de la causalidad apresurada consistente en sugerir que tengo un plan para cebarme y así poder traicionar a mi hermano. Y después, por qué no, asesinar a toda mi familia y a la de mi cuñada.

Causalidad y correlación: el algodón de los periodistas y científicos sociales que ha quedado de nuevo negro, negro, en las últimas cifras del incremento del desempleo.

Muchos, alineados a la derecha, han atribuido el notable descenso de las afiliaciones a la Seguridad Social a la generosa subida del Salario Mínimo Interprofesional efectuada recientemente por el gobierno socialista. ¡600.000 personas en un solo día! De ahí a sugerir un paralelismo con Venezuela (como la traición a mi hermano) hay solo un paso: el del lector convencido que quiera unir la línea de puntos trazada por el titular.

Técnicos del Banco de España, con menos prisas y más oficio, poco simpatizantes de la medida de Sánchez, han descontado todo tipo de efectos estacionales y han afirmado que el descenso de los contratos debido exclusivamente a esta alza salarial podría estar en torno a los 50.000, doce veces menos que los titulares que por ahí circulan. Pero que, en cualquier caso, sería pronto para confirmar esta posible relación de causa-efecto, en la que siempre intervienen muchas más variables.

La medida podría incluso tener efectos negativos nulos. O no. Habrá que esperar. Es lo que tiene informar cuando se tiene información.

Algunos pescados muertos, envueltos en papel de periódico con "análisis" como el aquí ridiculizado, deben de estar harto incómodos. Mi hermano, por ahora, no me mira con desconfianza. Y si me ha dicho que coma menos, es porque es nutricionista y tiene ese sesgo profesional. Otro dato que un buen periodista debería tener siempre en cuenta.