Devotos al dictador, entregando flores en su tumba y saludos franquistas en el centro de la Basílica del Valle de los Caídos en memoria de Francisco Franco. Este es el panorama que el periodista de The New York Times se encontró en su visita al mausoleo franquista el pasado mes de junio, recién desvelado que el Gobierno de Pedro Sánchez quiere trasladar lo antes posible los restos del dictador.

Bajo el titular, El plan para exhumar a Franco renueva la lucha de España con la historia, el diario estadounidense repasa el debate sobre los restos del dictador desde el Valle de los Caídos, donde recoge testimonios de algunos asistentes a las misas que allí se celebran y que aseguran que “Franco fue un dictador, pero bueno” y no entienden “por qué esos comunistas”, en referencia al Gobierno socialista, “quieren sacarlo”. “Quien no quiera este lugar no está obligado a venir aquí”, defiende otro visitante del mausoleo.

Recogidos estos testimonios, The New York Times recoge la otra cara del lugar, explicando que “este sitio es una de las fosas comunes más grandes de Europa, que alberga restos de al menos 33.000 personas”, así como que “Alemania no tiene ningún monumento de Adolf Hitler, Italia tampoco tiene ninguno a Benito Mussolini; pero España tiene El Valle de los Caídos, una basílica donde ser conservan los restos de Francisco Franco”.

Incluso, el diario estadounidense se atreve a especular que, de llegar a ser retirados, los restos del dictador podrían reposar junto a su esposa, Carmen Polo, que está enterrada en un mausoleo en el cementerio de El Pardo, lugar de residencia del caudillo durante muchos años. Aunque, en este supuesto, se necesitaría el consentimiento de la familia Franco y, de momento, ésta no quiere oír hablar del tema.